Después de años de vagar por el mundo en busca de redención, Sasuke finalmente había decidido regresar a Konoha. El paisaje familiar de la aldea, aunque lleno de nuevas construcciones y rostros desconocidos, lo hacía sentir nostálgico. Había pasado demasiado tiempo lejos, y ahora, por primera vez en años, estaba listo para quedarse.
Caminaba por las calles de Konoha con pasos decididos, su mente enfocada en un solo objetivo: ver a Sakura y a Sarada. Había pensado en ellas cada día de su ausencia, y aunque sabía que había sido egoísta al irse, estaba dispuesto a enmendar sus errores. Era tiempo de volver a ser el esposo y padre que nunca había sido.
Finalmente, llegó a la casa de Sakura. La puerta de la vieja casa que alguna vez compartieron estaba cerrada, y desde afuera, todo parecía diferente. Sasuke frunció el ceño, algo desconcertado. Sin embargo, levantó la mano y tocó la puerta, esperando escuchar pasos al otro lado. El silencio lo invadió.
Con cuidado, giró el pomo de la puerta y entró. Lo que encontró dentro le dio una desagradable sensación de vacío. La casa estaba casi vacía, con apenas unos pocos muebles dispersos, cajas apiladas en rincones y un polvo ligero que cubría algunos rincones, como si nadie hubiera vivido allí en mucho tiempo. El aire se sentía pesado, distante, y una sensación de pérdida comenzó a invadirlo.
— ¿Dónde están...? —murmuró para sí mismo, su ceño fruncido en confusión. Esta no era la cálida casa que había esperado encontrar, donde pensaba que Sakura y Sarada lo estarían esperando.
Sasuke salió de la casa, su mente en torbellino. Tenía que encontrar respuestas. Decidió que el hospital sería el siguiente lugar al que debía ir. Tal vez Sakura estaba trabajando y Sarada en la escuela. Todo tendría sentido una vez que la viera.
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Al llegar al hospital, Sasuke caminó rápidamente por los pasillos, su capa ondeando tras de él. Los médicos y pacientes lo observaban con sorpresa, reconociendo al Uchiha que había estado ausente por tanto tiempo. Sin embargo, él no se detuvo a saludar o explicar su presencia. Sólo tenía un objetivo en mente.
Subió hasta el último piso, donde sabía que estaba la oficina de Sakura. Al llegar, abrió la puerta sin siquiera golpear, su urgencia superando cualquier protocolo.
Sakura, quien estaba de espaldas a la puerta, revisando unos informes médicos, alzó la vista rápidamente al escuchar la puerta abrirse. Pensó que era un paciente o tal vez un asistente del hospital.
— ¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó sin voltear al principio.
Sasuke no respondió de inmediato, su mirada se fijó en ella, o más bien, en la imagen que lo golpeó como un vendaval. Cuando Sakura se giró para enfrentarlo, lo que vio lo dejó paralizado.
Ahí estaba ella, con una pequeña pero notable barriguita de embarazo que asomaba bajo su bata de trabajo. Sakura lo miró, su expresión congelándose en una mezcla de incredulidad y sorpresa.
— Sasuke... —murmuró, la voz temblorosa. El shock la invadía tanto como a él.
Sasuke no pudo evitar bajar la mirada hacia su vientre. La confusión, el dolor, y algo muy cercano a la ira empezaron a formarse dentro de él.
— ¿Estás... embarazada? —preguntó, su voz ronca y baja, como si no pudiera comprender del todo lo que veía.
Sakura tragó saliva, intentando procesar la situación. Sabía que este momento llegaría eventualmente, pero no de esta manera. No con Sasuke, después de tantos años.
— Lo estoy —confirmó ella, su mirada calmándose mientras sostenía la de él. Ya no había lugar para dudas, y la verdad estaba clara frente a ambos.