Sakura despertó en una habitación que no reconocía. El dolor de cabeza por la resaca la golpeaba con fuerza, pero lo que más la inquietaba era el lugar. No era su cama, ni su cuarto. Lo primero que notó fue la camisa que llevaba puesta, mucho más grande de lo normal, y que apenas cubría lo necesario. Un ligero pánico se instaló en su pecho.
Se incorporó lentamente, intentando recordar lo que había pasado la noche anterior. Recordaba la fiesta de cumpleaños de Naruto. Había empezado como cualquier otra: risas, bromas, y bebidas. Después de un par de tragos todo se volvía un borrón. No podía recordar mucho más. ¿Qué había pasado después? Miró a su alrededor, tratando de encontrar pistas, pero el dolor en su cabeza le dificultaba concentrarse.
Lentamente, salió de la habitación. El pasillo era desconocido, pero tenía una sensación extrañamente acogedora. Al llegar a la cocina, sus pasos se detuvieron en seco. Kakashi, sin camisa, estaba frente a la estufa preparando algo. Su cabello desordenado y su máscara aún puesta le daban un aire casual, pero el verla en esa situación hizo que su corazón se acelerara.
-Buenos días -dijo Kakashi sin girarse, como si hubiera notado su presencia desde que entró-. ¿Cómo te sientes?
Sakura lo miró, aún desconcertada. Su mente seguía enredada en el caos de lo que no recordaba.
-Me duele la cabeza... -murmuró, pero luego se obligó a preguntar-. ¿Qué pasó anoche, Kakashi? No recuerdo mucho después de que la fiesta empezó. Y... ¿por qué estoy usando tu camisa?
Kakashi dejó lo que estaba haciendo y se giró lentamente hacia ella. Su ojo visible tenía esa expresión calmada y calculadora de siempre, pero había algo más, algo que no podía identificar.
-¿Estás segura de que quieres saber? -preguntó, su tono era serio, pero con un matiz de advertencia.
El corazón de Sakura dio un vuelco. Algo dentro de ella le decía que tal vez era mejor no saber, pero la incertidumbre era demasiado grande como para ignorarla.
-Sí... -respondió, aunque su voz tembló un poco.
Kakashi dio un paso hacia ella, cruzándose de brazos mientras la miraba.
-Nos besamos anoche -dijo de forma directa.
Sakura sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. Su mente tardó unos segundos en procesar las palabras, pero cuando lo hizo, el calor subió rápidamente a sus mejillas.
-¿Q-qué? -balbuceó.
Kakashi asintió lentamente, sin apartar la mirada.
-Estábamos fuera, lejos del resto. Habías bebido bastante, y yo también -hizo una pausa, observando su reacción-. Nos besamos. Y si no te traje aquí, es porque las cosas casi llegaron más lejos de lo que deberían.
Sakura se llevó las manos a la boca, sus pensamientos revolviéndose a toda velocidad. ¿Ella y Kakashi... se habían besado? ¿Y qué más? Intentaba recordar, pero solo había fragmentos, risas y miradas intensas, pero todo era un caos en su mente.
-No lo puedo creer... -murmuró, apartando la vista de él mientras trataba de procesar la información-. ¿Por qué no me acuerdo de nada?
-Estabas bastante descontrolada, Sakura. -La voz de Kakashi era suave, sin juzgarla-. No quise aprovecharme de la situación. Te traje aquí para que pudieras descansar.
Ella se quedó en silencio, su respiración entrecortada. La vergüenza y la confusión la envolvieron. Pero entre todo, una pregunta rondaba en su cabeza.
-¿Y tú? -susurró, sin mirarlo directamente-. ¿Te arrepientes de lo que pasó?
Kakashi no respondió de inmediato. Dio un paso más hacia ella, inclinándose ligeramente, lo suficiente para que sus ojos quedaran a la altura de los suyos.