Era una tarde tranquila en Konoha, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas. Kakashi, Sakura y Ume habían pasado el día juntos, disfrutando de un picnic en el parque, donde rieron, jugaron y compartieron historias. Ahora, mientras caminaban de regreso a casa, la pequeña Ume se había quedado dormida en los brazos de Kakashi, su rostro tranquilo y sereno.
Kakashi miraba a Sakura de reojo mientras caminaban, una sonrisa suave dibujada en sus labios. Había algo especial en el ambiente, algo que ambos sentían pero no se atrevían a decirlo en voz alta. Ume había logrado unirlos de una manera que habían estado buscando.
Al llegar a casa, Kakashi cuidadosamente colocó a Ume en su cama, asegurándose de que estuviera cómoda antes de cubrirla con la colcha. Se quedó un momento observándola, sintiendo satisfacción al ver que su hija dormía plácidamente. Con una sonrisa, salió de la habitación y se encontró con Sakura en el pasillo.
—Ha sido un buen día —dijo Kakashi, dejando escapar un suspiro de contento.
—Sí, lo ha sido —respondió Sakura, su mirada fija en él. La tensión entre ellos era palpable, una chispa de algo más profundo flotaba en el aire.
Kakashi empezó a dar un paso hacia la salida, pero se detuvo, sintiendo la mirada de Sakura en él. Volvió a mirarla, sus ojos reflejando una mezcla de emociones.
—Voy a… —comenzó a decir, pero Sakura lo interrumpió.
—Espera un momento —dijo, su voz baja.
Kakashi la observó mientras ella se acercaba un poco más. Su corazón latía más rápido, y no podía evitar sentirse atraído hacia ella.
—¿Podrías…? —Sakura vaciló un instante—. ¿Podrías quedarte a dormir aquí esta noche?
El tono de su voz tenía un matiz que hizo que Kakashi se detuviera por completo. Se sintió abrumado por la idea de estar tan cerca de ella.
—Sakura… —empezó a decir, pero ella lo interrumpió de nuevo.
—No quiero que te vayas. No quiero que esta noche termine —dijo, su mirada fija en sus ojos.
Kakashi sintió su corazón latir con más fuerza. La conexión entre ellos era palpable, y a pesar de la distancia que habían mantenido, esa atracción seguía ahí.
Sin poder resistirlo más, Kakashi dio un paso hacia ella, cerrando la brecha entre ellos. Su mano encontró la de Sakura, y la sostuvo suavemente.
—Está bien —respondió, su voz baja— Me quedaré.
Sakura sonrió, un brillo de alegría iluminando su rostro.
—Gracias —susurró, y mientras él la miraba, el mundo a su alrededor pareció desvanecerse.
Kakashi sintió una oleada de calidez al ver esa sonrisa, y en un impulso, se inclinó hacia ella. Sus labios se encontraron en un beso suave y dulce, un gesto lleno de promesas y anhelos. Fue un momento perfecto.
Al separarse, ambos se quedaron mirándose en silencio, sintiendo la complicidad que se había tejido entre ellos. Con un ligero rubor en sus mejillas, Kakashi tomó la mano de Sakura y la llevó a la que una vez fue su habitación, donde la calidez de la cama les esperaba.
—No puedo prometer que no haremos ruido esta noche —dijo Kakashi, una sonrisa juguetona en sus labios, mientras cerraba las puerta detras de el.
—No me importa —respondió Sakura, sintiendo que la tensión se desvanecía.
Así, la noche avanzó, y mientras la oscuridad envolvía Konoha, en esa pequeña casa, dos corazones comenzaban a latir al unísono, listos para explorar el nuevo capítulo que estaban escribiendo juntos.
