Capítulo 23

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"No tienes que ser perfecta, Ellie. Solo tienes que ser tú misma y encontrar ese camino que te lleve de vuelta a ser la chica de antes. Aunque nada será igual que antes, serás más fuerte que nunca."

Sven

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Ellie

Me quedé ahí, refugiada en sus brazos, sintiendo su respiración acompasada mientras me aferraba a Sven como si fuera mi ancla en medio del huracán. No hizo falta decir nada. De alguna manera, él sabía que no estaba preparada para hablar, para contarle lo que acababa de descubrir.

Nos sentamos en el suelo de mi habitación, con la luz del atardecer colándose por la ventana. Sven acariciaba mi pelo en silencio, y aunque mis pensamientos eran un torbellino, su presencia me proporcionaba una calma que no sabía que necesitaba. Me sentía segura, como si, por un instante, las piezas rotas de mi vida pudieran recomponerse.

Después de unos minutos, fue Sven quien rompió el silencio.

— No tienes que decirme nada si no quieres. Pero estoy aquí, Ellie. Siempre que me necesites.

Levanté la cabeza para mirarle a los ojos y encontré en ellos algo que me calmó. No era compasión ni lástima. Era comprensión. Como si, de alguna manera, él supiera lo que era cargar con secretos y cicatrices que nunca elegiste.

— Mi padre... —dije finalmente, mi voz temblorosa—. Ha vuelto.

Sven no dijo nada, pero noté cómo su mandíbula se tensaba un poco. Sabía que este tema era delicado; recordaba haberle mencionado algo sobre mi padre.

— ¿Cómo te sientes con todo esto? —preguntó suavemente, su tono lleno de cautela, como si no quisiera presionarme.

— No lo sé —admití, sintiendo una nueva oleada de lágrimas—. Estoy enfadada, dolida... pero también confundida. Mi madre me ha estado mintiendo toda mi vida y... y él... —mi voz se quebró de nuevo—. No sé si quiero tenerle en mi vida.

Sven asintió lentamente, sin decir una palabra. Simplemente me abrazó más fuerte, y por primera vez en horas, me sentí capaz de respirar.

— ¿Cómo sabías que te necesitaba? —le susurré, aún abrazada a él, sintiendo el alivio de tenerlo cerca. Su olor familiar y la calidez de su cuerpo me hacían sentir, por primera vez en horas, que el mundo no se estaba desmoronando del todo.

Sven me apartó suavemente, mirándome con esa mezcla de preocupación y ternura que siempre me desarma.

— No lo sabía. Solo... lo sentí —respondió en voz baja—. Algo en tu mirada antes de entrar a casa... no me dejó en paz.

Lo miro y me doy cuenta de cuánto me importa. A veces, ni siquiera hace falta que diga algo, solo está, y eso me basta. Me siento débil, como si las paredes que había construido para mantenerme entera finalmente se hubieran derrumbado. Me limpio las lágrimas con el dorso de la mano, pero es inútil; siguen cayendo sin control.

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⏰ Última actualización: Nov 01 ⏰

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