21. Somnophilia

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Admiro la silueta de su hermoso Patito, desde la espalda marca, los hombros, esa cintura, y su parte favorita, los dos glúteos tan redondos que le encantaba toquetear, pellizcar o hasta morder.

Sin duda era demasiado hermoso de esta manera, tan tranquilo, con una confianza entera hacia Alex.

Cómo si no hubiera peligro cuando estaba con el mayor.

Y amaba la manera en la que el menor lo hacía sentir por eso, pero amaba aún más que el mexicano le permitiera hacer lo que quisiera con él, incluso si sabía lo pervertido que podía llegar a ser el mayor, alemtandolo incluso a hacer más.

Algo que con gusto haría cada vez que tuviera la oportunidad.

Lo que tenía planeado tenía que empezar suave, no quería que el menor se despertara antes de que la diversión si quiera comenzará.

Comenzó con suaves casi inexistentes por la espalda del más joven, sin presionar del todo por unos minutos, imaginando las veces que había visto esa espalda mientras cogía al menor de manera salvaje contra la cama, una de sus vistas favoritas, con todo el sudor perlando la piel del menor, haciéndolo ver tan deseable.

Entonces los toques se volvieron más fuertes, pero no tanto como para dejar una marca en la piel, solo una manera de avisarle al cuerpo ya adaptado del menor que era lo que venía a continuación.

Tocar sin duda era una de las cosas favoritas de Pato, tan receptivo, tan sensible, llenando su cuerpo de estremecimientos y movimientos involuntarios que hacían sonreír al mayor.

Su mexicano era un hablador sin control, pero cuando sus sentimientos eran tan abrumadores, era su cuerpo el que hablaba por él, en esos casos, pidiéndole a gritos al estadounidense que le diera más.

Así que cuando llegaron esos movimientos acercó el cuerpo flojo del menor contra el suyo pegando esa espalda firme a su pecho, y el trasero de infarto a su entrepierna.

Inhaló fuerte contra el cuello del más bajo y empezó con los besos.

El regio amaba sentir besos por todo su cuerpo, sobre todo despertar de aquella manera, y como el menor le permitía su pequeño anhelo al más alto, lo colmaba de besos cada vez que practicaban está actividad.

Mientras distraía al cuerpo del mexicano con besos, llevo una de sus manos a la pierna del menor y la posicionó sobre la suya, dandole acceso al objetivo.

Tuvo que tragar en seco al sentir la entrada del menor contraerse contra su polla ya interesada.

Poco a poco, pensó, poco a poco.

Esto era un juego de paciencia, si daba un paso el falso habría acabado, y entonces ya no existiría esa emoción que conllevaba aquello.

Así que obligo a su mano a subir w ignorar la palpitacion en su miembro, para ir directamente a la boca abierta del más bajo.

Dos dedos, era todo lo que necesitaba.

Normalmente ocuparía lubricante, pero había aprendido a las malas que Pato no toleraba el líquido cuando estaba en aquel estado, por más caliente que estuviera, así que saliva.

Ingreso sus dos dedos en la cavidad bucal del más joven, y espero.

Pequeños sonidos lo alertaron, inconscientemente su patito sabía que estaba pasando, y su cuerpo estaba reaccionando, por eso su boca no había dudado en envolver sus dígitos y chupar con fuerza.

Alex tuvo que detener la sesión de pequeños besos para poder respirar y contener la reacción natural de su cuerpo.

Pero es que esa boca maravillosa incluso en el estado de inconsciencia hacia un trabajo espléndido rodeando sus dedos y llenandolos de saliva por completo, succionando como lo haría con su verga.

Respiro profundo para evitar que el pensamiento intrusivo ganará y terminará queriendo follar la garganta del mexicano.

Eso sería para después.

Con una lucha casi titánica siguió con los suaves besos y la caricia en el abdomen del más bajo, todavía teniéndolo contra sí.

No tuvo que soportar demasiado, cuando los dedos ya listos para su trabajo salieron de la boca del menor, quien se quejo con un lloriqueo antes la perdida.

Eso hizo que una sonrisa apareciera en sus labios, el pequeño patito amaba tener algo en su boca, quizá después le daría algo para ese pequeño gusto suyo.

Los dedos bajaron lentamente sin tocar el cuerpo del menor, pero haciendo que su presencia fuera notada, dado la piel de gallina a su paso, cumplió con su objetivo.

Una vez que los dígitos llegaron a su meta los metió de una sola vez, empezando con su labor, sabiendo que si se tardaba molestaría al mexicano y el juego terminaría.

Empezó lento, pero no del todo así, follando el agujero con facilidad dado las actividades nocturnas que habían tenido.

Pronto los movimientos fueron cambiando para abrir la entrada de Pato, y que estuviera preparado para lo que venía.

El solo pensamiento lo hizo estremecerse, imaginar la sensación de estar dentro del menor era casi demasiado.

Pero no solo era eso, era la confianza que conllevaba aquella actividad lo que lo volvía loco.

Saber que Pato solo confiaba a tal punto en él era halagador, maravilloso y lo llenaba de una sensación de poder como ninguna otra.

El poseía al mexicano como nunca nadie lo había hecho o lo haría jamás.

Los besos se transformaron en algo más reverente, queriendo transmitir la gratitud de aquel regalo más maravilloso, tan único.

Amaba a Patricio O'ward con toda su alma, y pasaría el resto de su vida venerando al menor, dándole cariño, placer y felicidad en igual medida.

Dejo un camino de aquellos besos hasta llegar al cuello, dónde le presto una atención devota al lugar.

Solo entonces bajo su mano a su verga y la alineó a la entrada.

Respirando profundamente fue entrando despacio, para ver si no lastimaba al menor.

Solo se relajo cuando estuvo totalmente enterrado en ese calor y presión casi insoportables de tolerar, pero que lo hacían sentir con tanta vida.

Empezó a sacar y meter su miembro, concentrándose en igual medida a besar el cuello del menor.

Fue cuando movió la pierna del más bajo para cambiar de ángulo que lo sintió.

Lo que provocó una sonrisa en sus labios.

Alex~ – el americano sonrió.

– Buenos días, mi dulce patito, ¿Más rápido?

Sí, sí, sí, sí, por favor.

Con mucho gusto haría lo que su hermoso mexicano le pedía, sobre todo si era de aquella manera.

Amaba a su Pato, no importaba nada más que sus bellas peticiones.

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Nos leemos hasta la próxima.

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