Capítulo 1

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Hoseok no era de desamoronarse en publico, en realidad, casi nunca lloraba. La primera vez que lo hizo, tal vez fue de pequeño, que ahora no recordaba, pero como hermano mayor, tenía que ser fuerte y cuando llegó su hermano del medio, no podía quejarse de cosas, sobre todo si su madre estaba trabajando y lo ponía a él a cargo con tan solo 7 años, que es cuando su madre comenzó a dejarlo a cargo, luego vino el menor que fue mucho peor para la carga emocional de un chico a la edad de él. Hoseok, sin embargo, entendía. Lo entendía porque eran pobres y su madre debía trabajar todo el día para darles de comer, así que él tenía que posponer varias de sus clases para quedarse a cuidar a sus hermanos.

A veces se preguntó si habían más niños que hacían lo mismo. Tal vez si, no había duda, pero se preguntaba si le sucedía a los de su escuela. No es que su escuela fuera cara, pero iban niños donde la mayoría del tiempo llevaban almuerzo y sus padres lo recogían. Hoseok tenía que aguantar a llegar a casa y caminar 15 cuadras para llegar a su casa, ya que el autobús no paraba en la zona donde vivía. Aunque a veces era mejor tomarlo que caminar, pero a Hoseok le gustaba ver las casas e imaginarse vivir en alguna de esas y no en la calle por donde vivía con una casa llena de fugas y una puerta que no cerraba bien.

Hoseok, desde entonces, que supo su realidad, se dijo que lo más importante era estudiar muy duro, conseguir una beca para la universidad y terminar mas rápido para conseguir empleo y generar tanto dinero como era posible.

Gracias a esa motivación se perdió varias cosas que debía verse en la adolescencia: como salir con amigos, salir a fiesta o a comer, tener citas, tal vez emborracharse o fumar.

Él suponía que no tenía buena suerte porque no hizo ninguna de esas cosas. Aunque si probó el alcohol cuando era su graduación junto a su madre que se digno a aparecer (aunque ni siquiera supo nunca qué era lo que estudiaba). No fue el momento más esplendoroso, pero por lo menos tuvo comida decente y un traje bonito hecho de segunda mano que nadie se dio cuenta. No era cercano a nadie, por lo que no bailo, pero le hubiera gustado hacerlo, si tan solo hubiera tenido una vida diferente...

De todas formas, no era de pensar mucho en eso, era más de actuar, de ser fuerte superficialmente y trabajar como mula sin pensar siquiera en su bienestar, por lo que nunca se rompía. Si alguien le decía algo, mantenía la mirada y palabras abajo, solo para mejorar y tratar de que su trabajo no sea mediocre y tal vez obtener un aumento.

Muchas veces leyó que si te comportabas así, te tratarían con menos valor.

¿Quién lo necesita cuando siempre obtuviste algo menos que valor?

Hoseok estaba bien con los regaños, estaba bien con las malas miradas y con nunca haber obtenido una vida llena de cosas como los demás, pero no podía estar bien siempre... y eso es lo que lo derivo a derrumbarse esa noche en su habitación, porque sabía que el dinero sería peor y escaso, seguramente teniendo que cortar varias cosas para el bienestar y el podría sufrir, pero no quería que sus hermanos pasarán por penumbras que él había pasado a lo largo de su vida.

No queria que tuvieran la carga y los pensamientos que él tenía. El estrés y la tristeza constante de tener que sobrevivir en vez de vivir.

Tal vez es por eso que tomo el trabajo que jamás pensó que tomaría.

En realidad, cuando se levantó y se puso su ropa de segunda mano y vieja y se lavo la cara, se miró al espejo y solo vio a un Hoseok cansado y lleno de ojeras, pálido y delgado. Se dijo que esta era su vida, que estaba bien si se veía demacrado, con tal de seguir adelante para llevar algo dinero a casa y qué tal vez podría haber una solución.

La solución fue cuando su jefe lo reunió en su oficina.

—Solamente será una entrevista corta por cuatro periodos de tiempo, estaremos haciendo una revista para él.

Hermano mayor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora