Él

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Él: Es como una sombra que nos persigue y me da miedo que lo arruine.

Hoseok miro su teléfono con la boca abierta y el ceño fruncido.

Desde que el señor Kim le había permitido tener un teléfono, solamente lo usaba para comunicarse con él, ver noticias y tal vez ver videos de cerámica para intentarlo con los instrumentos que le compró. También tenía un juego de poner en vasos agua de colores y que ninguno se revalsara, pero no lo usaba porque para eso podía jugar videojuegos con el señor Kim en sus ratos libres que era más divertido.

Ya había remodelado la sala y ahora se sentía un poco más acogedor, aunque sin perder la elegancia y simetría antigua, por lo que buscar un nuevo hobby fue hacer cerámica fría y hacer adornos para decorar el dormitorio o los estantes de la sala. También había hecho tazas a juego.

Últimamente le habían salido recomendaciones de aprender a tejer, por lo que se lo comentaría al señor Kim cuando se levantara, pero por ahora tenía que terminar toda la masa que le compro el hombre, sin querer desperdiciar el producto.

Usualmente perdía su tiempo haciendo eso, cocinando, limpiando y atendiendo al hombre; por lo que se sentía en una especie de trance en el que era demasiado feliz para poder explicar. Su vida se había vuelto bastante llena de color desde que había tomado la dirección de la relación que tenía con el hombre.

No podía definir cuál, pero definitivamente se sentía bastante bien para ser verdad. Muchas veces le asustaba que se acabara, pero ahí estaba el señor Kim para ahuyentarle esas inseguridades; sin embargo, algunas cosas no cambiaron: seguía diciéndole “Señor Kim”, seguía obdeciéndole, haciendo los quehaceres del hogar, y por supuesto hablando.

Aunque cuando no lo hacían, podía hacer su actividad favorita, el cual era que Taehyung lo follara sin descanso, pero a veces simplemente le gustaba compartir el espacio con el hombre haciendo cualquier cosa.

Estaba bastante contento con el rumbo de su vida y no le molestaba en absoluto nada, que pensar en volver a su actitud de antes o pensamientos deprimentes, lo ponía al borde del colapso.

Hoseok había encontrado su lugar y no quería perderlo. Fue como encontrar agua en un desierto y no quería volver a sentirse como antes de estar enamorado. Tal vez el estarlo lo hacía siempre estar contento y flotando en una lluvia de mariposas cuando se trataba del hombre, no sabía si este sentía lo mismo, pero si lo seguía tratando como a él le gustaba, entonces estaría todo bien.

Hoseok aún seguía teniendo una actitud sumisa con él, pero ya no tenía que hacerlo porque así era como debía ser para él, sino porque quería hacerlo, porque podía tomar la decisión y hablarlo con él si en algún momento se sentía incómodo o de repente triste.

Pero eso no pasaba, él estaba bastante feliz con su vida, que no quería pensar qué sucedería si fuera lo contrario.

Tal vez se volvería loco.

Aunque lo estaba, pero esa locura sería capaz de matarlo. Tan de mala forma.

Él hombre lo estaba tratando como si fuera una cosa especial, un diamante suyo que encontró después de miles de años de buscarlo, se sentía tan bien tener el privilegio de sentirse querido por el hombre.

Él no era de palabras, pero era de acciones y Hoseok notaba cuando lo trataba distinto al resto y hacía excepciones. Nunca conoció nada de esto y ahora qué Kim le había proporcionado ese conocimiento, no quería salir de allí. Sentía que no podía tener esto con cualquiera, solo con el hombre, porque él es el único que lo hacía sentir todo lo bueno en el mundo, como si Hoseok lo mereciera.

Hermano mayor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora