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El partido contra el UD Tenerife era crucial para nosotras. Sabíamos que ganar nos pondría en una posición envidiable en la liga, y sinceramente, no veíamos cómo podrían superarnos. Teníamos confianza, incluso si intentábamos no ser arrogantes.

Llegué al estadio como siempre, preparada para lo de siempre: los fans, las fotos, los niños emocionados. Pero hoy, algo no cuadraba. No había nadie esperándonos. Al girar la cabeza, vi que todos estaban congregados alrededor de una chica con gafas y el pelo liso hasta los hombros. Los niños la rodeaban, sacándose fotos y haciéndole preguntas.

––¿Quién demonios es esa? –me pregunté mientras aparcaba.

Cogí mis cosas y me dirigí al vestuario. Al entrar, mis compañeras ya estaban allí preparándose.

––Oye, chicas, ¿alguien sabe quién es esa chica de fuera con las gafas? –pregunté mientras me ponía las zapatillas.

––¿Chiara Oliver? –respondió Jana, mirando al resto con una sonrisa.

––No sé, ¿puede ser?

––¡¿No sabes quién es?! –exclamó Jana como si acabara de decir algo imperdonable.

––No, no lo sé –respondí encogiéndome de hombros.

––Es la de Operación Triunfo, Vio. La pelinegra por la que todo el mundo ha estado llorando porque la expulsaron.

––Ah, claro, ahora tiene sentido –respondí, sin ningún entusiasmo–. ¿Es la misma cuyas canciones escuchas a todas horas?

––Sí, ¡es increíble! –dijo Jana, entusiasmada–. No puedo creer que no la conozcas.

––Bueno, ahora sé quién es –dije, mientras intentaba no hacer una mueca. No soportaba sus canciones.

––Es que te quejas de todo, Vio –bromeó Jana, golpeándome suavemente en el brazo.

––Solo digo la verdad –dije con una sonrisa irónica.

Nos pusimos el uniforme y salimos al campo para calentar. Justo antes de que empezáramos, vi que Chiara se situaba en el centro del campo.

––No me lo puedo creer –murmuré al ver cómo empezaba a cantar el himno.

Mis compañeras comenzaron a emocionarse, especialmente cuando empezó a cantar su famosa canción *Mala Costumbre*. Todas comenzaron a saltar y a cantar a pleno pulmón, pero yo me quedé quieta, con los brazos cruzados.

––Vamos, Vio, ¡anímate! –dijo Jana, dándome un codazo.

––Ni de broma. Esa canción me taladra los oídos –respondí mientras intentaba ignorar la situación.

Finalmente, la actuación terminó y nosotras pudimos comenzar el partido.

**Fin del partido: 7-0.**

El partido había sido una victoria abrumadora. Cuando terminó, como siempre, me tomé el tiempo de sacarme fotos con los fans. No había nada que me gustara más que ver a la gente sonriendo, especialmente los niños que venían a apoyarnos.

Terminé mi ronda de fotos y volví al vestuario, donde el equipo ya estaba celebrando. Por supuesto, pusieron *Mala Costumbre* otra vez a todo volumen.

––Por favor, quiten esa canción –protesté mientras me quitaba las botas.

––Es la mejor, y lo sabes –gritó Jana, bailando como loca.

Me vestí rápidamente para escapar de la tortura musical. Justo cuando estaba a punto de salir, el entrenador me detuvo.

––Violeta, alguien quiere verte –me dijo.

Me llevó hasta donde estaba Chiara, la chica que había estado cantando antes. Estaba con un niño pequeño, que se parecía mucho a ella.

––Mi hermano es un gran fan tuyo –me dijo ella, con una sonrisa que parecía forzada.

––¿De verdad? –pregunté, mirando al pequeño.

––Sí, siempre hablamos de tus partidos –dijo el niño, mirándome con admiración.

––Bueno, me alegra saberlo –respondí, intentando mantener la cordialidad.

––Aunque... Chiara no es tan fan tuya en el campo –dijo el niño, riéndose.

Vi cómo la cara de Chiara se enrojecía.

––¡No es verdad! –protestó ella rápidamente, intentando desviar la conversación–. No me pongas en evidencia.

––Bueno, es normal, no todos tienen que ser fans –dije con una sonrisa desafiante.

––Exacto –respondió Chiara, ahora seria.

––De todas formas, fue un gusto conocerte –dije, sin mucho interés.

––Igualmente –respondió ella, claramente incómoda.

Nos sacamos una foto con su hermano y, aunque todo parecía en calma, la tensión entre nosotras era evidente. Chiara no soportaba mi actitud, y yo no podía con sus canciones. Pero por alguna razón, algo me decía que nuestras vidas volverían a cruzarse.

Finalmente, me despedí y volví a mi apartamento. Estaba exhausta y solo quería descansar después de todo el día. Me tiré en el sofá, pensando en lo extraño que había sido el encuentro con Chiara. Aunque no era nada personal, su música me irritaba, y ese aire de superioridad que llevaba tampoco ayudaba.

De repente, mi móvil sonó.

––¿Quién será ahora? –murmuré antes de contestar.

––Hola, Violeta... soy Chiara Oliver –dijo, su voz sonaba más tranquila que antes.

––Oh, hola. ¿Todo bien? –pregunté, extrañada de que me llamara.

––Sí, bueno, más o menos. Solo quería... agradecerte por la foto y todo eso –respondió, pero su tono no era del todo sincero.

––No hay problema –dije, manteniendo la conversación corta.

––Escucha, sé que no te caigo bien, y que no soportas mis canciones –soltó de repente, como si no pudiera aguantarlo más.

Me sorprendió que fuera tan directa.

––Bueno, no soy tu mayor fan, eso es cierto –admití con una pequeña sonrisa–. Pero tampoco es nada personal.

––Tal vez no, pero se nota –respondió con una ligera risa, pero había algo de verdad en sus palabras–. Solo quería que lo supieras. No soy tan insoportable como crees.

––Veremos –respondí, más relajada. Quizás no sería tan malo conocerla un poco más.

––Nos vemos, Violeta –dijo, despidiéndose de manera más amistosa esta vez.

––Hasta luego, Chiara.

Colgué el teléfono y me quedé pensando un momento. Quizás me había precipitado al juzgarla. Pero algo me decía que esa no sería la última vez que tendríamos un choque.

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me he comprometido a volver a escribir y me encantaría saber si os gusta para poder seguir🩷.

une beso kivistass 🍒

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Entre Balones y Melodías || KIVI-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora