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Los rayos de sol entraban por la ventana con calidez.
Jake empezó a mover la nariz como un conejo antes de decidirse a abrir los párpados lentamente.
Sunghoon estaba abrazándolo contra su pecho desnudo sin moverse, esperando a que despertara.
- Buenos días Jake. —le dice cuando sus ojos se encontraron.
- Hola, buen día. —responde bostezando a su vez.
- ¿Dormiste bien?
- ¿Qué hora es?
- Las 8:30, Jakey.
- ¿A qué hora despertaste? le dice tallando sus párpados.
- Ese es el secreto, yo no duermo. —responde sonriéndole.
- ¿No pudiste? -dice enarcando una ceja. - No, pero así es mejor, pude verte dormir y escucharte roncar.
- Yo no ronco, mentiroso. —responde molesto.
- Porque no te has escuchado.
El golpe en su pecho lo hizo reír, Jake se acercó lo más humanamente posible a él y olió su perfume. No importaba lo que pasara, él no dejaba de oler tan delicioso y eso sólo lo hacía sentir borracho por su fragancia.
- Huele rico —le dice Sunghoon levantando la cabeza.
- No, tú hueles rico. —responde hundiendo su nariz en su cuello.
- Hablo del ambiente, huele a comida. Pero ¿gracias?—contesta divertido.
Jake sintió una corriente en su cuerpo, sólo reflejando pena. No sabía en cuánto más podría dejar de hacer sus comentarios innecesarios, así que sólo optó por guardar silencio golpeandose internamente.
-Ven, vamos a levantarnos.
Sunghoon se levantó llevándolo consigo, mirando la cara de sueño que le dirigía y riéndose por su estado fisico.
No habían hecho nada más que besarse después de su confesión, no quería arruinar el momento tan lindo que habían creado con cosas sucias, así que sólo se abrazaron y se dejaron llevar, arrullándose mutuamente.
Claro, Jake durmió como un bebé, pero él no podía pegar los párpados por más que lo intentaba, algo le decía que debía estar atento para cualquier eventualidad, así que sólo esperó a que las horas pasaran lentamente, disfrutando del contacto físico que tanto había extrañado del castañito.
- No podría prestarte nada realmente, no dejé cosas aquí para usar, si soy honesto.—admite encogiéndose de hombros mientras se visten con la ropa de ayer.
- No pasa nada, ¿igual regresaremos hoy, cierto?
El comentario le dio un golpe de realidad, debían regresar para laborar al día siguiente, aunque fuese por la noche. No había notado que las cosas pasaban tan rápido y no había alcanzado a disfrutar las festividades como hubiese deseado. Amaba a su madre y se lamentaba mucho por no darle algo de regalo, el corazón estaba muy lastimado y agregaba más detalles para destruirse conforme pasaba el tiempo.
