Capítulo 15 (final)

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El embarazo de Louis fue una noticia que llenó a Harry de una euforia indescriptible. Había recuperado todo lo que siempre había querido: a su omega, a su familia completa. En su mente, estaba convencido de que, a pesar de los altibajos, él y Louis estaban destinados a estar juntos, unidos por la Madre Luna y el lazo que compartían con su hijo Jamie. Era su segunda oportunidad, y esta vez, Harry no pensaba dejar escapar nada.

Una tarde, después de un largo día, Harry le dio a Louis la trágica noticia que sacudió por completo su mundo.

—Louis, hay algo que debo decirte —Harry comenzó, su rostro serio pero con una expresión de falsa empatía—. Richard y Zayn... han tenido un accidente. Aparentemente, intentaban escapar juntos, pero los frenos del coche fallaron. No sobrevivieron.

Louis sintió como si el suelo desapareciera bajo sus pies. Su corazón se rompió en mil pedazos. Dos de sus amigos más cercanos, aquellos que en algún momento le habían mostrado un apoyo incondicional, estaban muertos. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, incapaz de detenerlas.

Harry lo abrazó, aparentando consuelo, pero por dentro se sentía victorioso. Todo había salido exactamente como lo había planeado. Richard y Zayn ya no serían un problema para él.

—Sé que esto es difícil de procesar, Louis —susurró Harry, acariciando su cabello—. Pero quiero que sepas algo. Ellos no eran buenas personas. No quiero que te sientas culpable, pero... Richard y Zayn te estaban dañando, metiéndote ideas equivocadas. Intentaban separarnos, ¿no lo ves? Estaban jugando contigo.

Louis lo miró, su rostro aún empapado de lágrimas, pero el dolor y la confusión comenzaban a transformarse en duda. Harry continuó.

—Tú eres mejor que eso, Louis. Ahora podemos centrarnos en lo que realmente importa: Jamie, el bebé que viene en camino, y nosotros.

Louis, en su estado vulnerable, empezó a creer en las palabras de Harry. Comenzó a pensar que quizás había sido influenciado por las malas intenciones de sus amigos, y aunque dolía, poco a poco, se convenció de que era mejor dejar atrás esa parte de su vida.

La familia parecía estar creciendo y, como muestra de su compromiso, Harry le compró una casa más grande. El pretexto era claro: necesitaban más espacio para el bebé y para ofrecerle a Jamie una vida más cómoda. Louis aceptó, pensando que tal vez era lo mejor.

La casa era perfecta. Espaciosa, luminosa, con un enorme jardín donde Jamie podría correr libremente. Y fue ahí donde conoció a Niall y Troye, sus nuevos vecinos. Un par de omegas que, "casualmente", eran pareja de dos de los socios de Harry. Niall y Troye rápidamente se convirtieron en amigos cercanos de Louis, y lo integraron en su círculo social.

Louis, quien siempre había tenido recelo hacia ese tipo de vida, se sorprendió al darse cuenta de que no era tan malo como había imaginado. Niall y Troye lo hicieron sentir cómodo, y aunque al principio tenía dudas, poco a poco se permitió disfrutar de ese estilo de vida.

Harry lo observaba con una sonrisa, satisfecho de que su plan estaba funcionando a la perfección. Louis ya no pensaba en Richard o Zayn, y cada día que pasaba, se centraba más en su vida familiar, en su embarazo, y en la idea de ser de nuevo la pareja perfecta de Harry.

Louis aún tenía destellos de tristeza, especialmente cuando recordaba a Zayn y Richard, pero con la influencia de Harry y sus nuevos amigos, esos pensamientos comenzaban a desvanecerse. Su vida, aunque diferente a la que había imaginado en algún momento, empezaba a sentirse estable y segura.

Harry lo había conseguido.

...

La llamada de Richard llegó de forma inesperada para Harry. El tono furioso y desesperado del omega al otro lado de la línea no hizo más que arrancarle una sonrisa de satisfacción.

—¡Eres un maldito loco, Harry! —gritaba Richard, la voz quebrada por la rabia—. Voy a hacer lo que sea necesario para separarte definitivamente de Louis. Él se merece estabilidad, alguien que realmente lo ame y no esté tan enfermo como tú.

Harry frunció el ceño, pero se mantuvo calmado, disfrutando del poder que sentía sobre Richard.

—No puedes hacer nada, Richi. —Harry se permitió reír, una carcajada seca que resonó en el teléfono—. Ni tú ni Zayn van a interferir en mi felicidad. Puedes intentarlo, pero Louis siempre será mío. Eso lo sabes mejor que nadie.

Richard permaneció en silencio por un segundo, pero la frustración lo hizo volver a gritarle con más fuerza.

—Te voy a destruir, Harry. Ya no tengo nada que perder.

Harry apretó los labios, la paciencia comenzaba a desvanecerse.

—Haz lo que quieras. No te servirá de nada. —Y, sin más, colgó el teléfono.

Con una frialdad absoluta, Harry hizo otra llamada, esta vez a alguien que operaba fuera del alcance de la ley. Alguien que se encargaba de trabajos sucios por la suma correcta. No era la primera vez que lo contactaba.

La voz del hombre sonó al otro lado de la línea, grave y sin emociones.

—¿Qué necesitas ahora? —preguntó, con la familiaridad de alguien que había trabajado ya en el pasado con Harry.

Harry miró su reflejo en la ventana de su oficina, disfrutando del control que sentía sobre la situación.

—Lo mismo que la última vez. Asegúrate de que no haya ningún cabo suelto. Que parezca un accidente... otra vez.

—Eso cuesta. —respondió el hombre.

—Lo que sea necesario. —Harry respondió con seguridad, cortando la llamada poco después.

No había rastro alguno que pudiera vincularlo con lo que había sucedido con Richard y Zayn. La policía había cerrado el caso como un simple accidente de tránsito. Harry estaba libre de sospechas.

Los meses siguientes fueron tranquilos, como Harry había planeado. Louis parecía más feliz, sumido en la idea de que su vida había vuelto a la normalidad. La familia que tanto había querido estaba creciendo, y su segundo bebé estaba a solo un mes de nacer.

Louis comenzó a amar la vida que tenía, su rutina diaria con Jamie, las visitas frecuentes de sus padres, y las promesas de un futuro brillante junto a Harry. Incluso se casaron de nuevo, en Las Vegas, en una ceremonia íntima que sellaba lo que Harry siempre había querido: tenerlo bajo su control.

Louis, que había dejado de lado su vida anterior, pensaba ahora que todo lo que había hecho había sido lo correcto. El desvío del camino que había intentado con Zayn y otros solo le trajo caos e incompletitud. Lo que sus padres le dijeron, lo que sus hermanos le insinuaron, resultó ser cierto.

Una noche, mientras estaban sentados en la sala, hablando del futuro y del bebé que venía en camino, Harry acariciaba el vientre de Louis con una sonrisa de pura satisfacción.

—No puedo esperar a que llegue nuestro segundo hijo. —dijo Harry suavemente—. Esta vez, todo será perfecto, lo prometo. Ya no hay nada ni nadie que pueda interponerse entre nosotros.

Louis lo miró, sus ojos donde antes albergaba un precioso azul, ahora estaban completamente amarillos, un símbolo del trance en el que vivía, bajo la influencia de todo lo que había sido manipulado para creer.

—Siempre fui tuyo, Harry, —murmuró, sintiendo cómo esas palabras fluían sin esfuerzo desde su interior—. Y sé que lo seré por siempre.

Harry sonrió, victorioso, inclinándose para besar a Louis en los labios con una suavidad calculada.

—Te amo, Louis. —dijo con firmeza, sabiendo que tenía lo que siempre quiso—. Siempre serás mío, y ahora nada podrá separarnos.

Louis asintió, dejando que el eco de esas palabras resonara en su mente, completamente entregado al alfa que, de alguna manera, había reclamado cada parte de su vida.

>Fanytz

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