𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐈

284 38 8
                                    

«•»

Cinco horas después, Alastor, Charlie y Helen estaban afuera de la imponente residencia de Lucifer. El ambiente estaba cargado de una mezcla de nervios y emoción, pero Alastor, en su estilo característico, decidió romper la tensión con un comentario burlón.

—Mira, Charlie, si tu padre es tan temido como dicen, entonces espero que tenga una buena razón para hacerme venir aquí. Tal vez esté planeando un banquete en mi honor; sería un gran cambio después de tantas cenas en el infierno —. Dijo, sonriendo de manera despreocupada, como si no le importara en lo más mínimo la situación.

El mayordomo, que estaba junto a ellos, frunció el ceño al escuchar a Alastor. Era evidente que no estaba impresionado por la actitud del demonio, pero decidió mantener su compostura.

La mirada del mayordomo dejaba entrever que no tenía mucho sentido del humor cuando se trataba de su amo, y que este tipo de comentarios no eran lo que esperaba en un momento tan serio.

Sin embargo, la risa de Charlie y el brillo en los ojos de Helen mostraban que, a pesar de la tensión, la situación podía ser un poco más ligera, gracias a las ocurrencias de Alastor.

Los tres entraron en la lujosa residencia de Lucifer, guiados por el mayordomo. Helen, divertida, jugaba con sus zapatos mientras Charlie la sostenía en brazos, sintiendo que la pequeña le daba un poco de energía en medio de su nerviosismo.

Alastor, por su parte, exploraba el pasillo con curiosidad, mirando las paredes decoradas y los cuadros que parecían contar historias de tiempos antiguos. Con las manos detrás de su espalda, caminaba con una elegancia innata, aunque su mente estaba en otra parte.

—(Veamos cómo es el padre de Charlie) —. Pensó para sí mismo, sonriendo de manera despreocupada, aunque en el fondo sabía que, si la situación se tornaba tensa, tendría que intervenir rápidamente.

La verdad era que no tenía idea de cuán fuerte podía ser Lucifer, un arcángel, y eso lo mantenía en alerta. Mientras avanzaban, Charlie parecía cada vez más nerviosa.

Era comprensible; había pasado tiempo desde la última vez que vio a su padre, y esta vez no solo venía ella, sino que también traía a su bebé. Alastor, al notar su inquietud, decidió hacer algo al respecto.

Colocó una mano en el hombro de Charlie, un gesto que, aunque simple, tenía un efecto tranquilizador. “Todo estará bien,” parecía decir su mirada, y aunque él también sentía la presión de la situación, sabía que tenía que ser un apoyo para ella en ese momento.

Al llegar al salón del trono, Alastor se sorprendió al ver a Lucifer. En lugar de la figura intimidante que había imaginado, parecía más un payaso, un contraste que lo dejó un poco desconcertado. Había escuchado historias sobre él, pero esta imagen era completamente diferente.

—Hola, papá —. Dijo Charlie, un poco nerviosa mientras sostenía a Helen en brazos.

La pequeña, juguetona, movía sus pies, y Lucifer, al ver a su hija, se acercó rápidamente y la abrazó con fuerza. Había un aire de nerviosismo entre ellos, como si ambos sintieran el peso del tiempo que había pasado sin verse. Después de eso, Lucifer miró a Helen y le pidió a Charlie que se la pasara. Sin pensarlo dos veces, Charlie le entregó a su padre a la pequeña.

Alastor, que estaba al lado de Charlie, sonreía de forma macabra al ver a Lucifer cargando a Helen. La niña se reía a carcajadas ante las payasadas de su abuelo, y la escena era casi cómica.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora