𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐗

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Al llegar al hotel, los tres entraron en la habitación de Helen, que estaba entretenida jugando con el moño del cuello de su madre. Charlie, con el ceño fruncido, no pudo contener su frustración y se dirigió directamente a Alastor.

—¡Alastor! ¿Por qué hiciste eso? —. Preguntó, su voz cargada de incredulidad y un toque de reprimenda.

La mirada de Charlie estaba fija en él, buscando una explicación que justificara su comportamiento. Alastor, con su sonrisa característica, se giró para mirarla fijamente.

—Querida, lo creas o no, esa conversación era un punto muerto. Ahora, gracias a nuestra pequeña intervención, hemos ganado un año antes de que el exterminio suceda —. Respondió tranquilamente mientras hacía girar su bastón con un aire de despreocupada elegancia.

Sus palabras eran calculadas, sugiriendo que todo estaba bajo control, al menos desde su perspectiva. En ese momento, Helen comenzó a tirar un poco del traje de su madre, indicando que tenía hambre.

Charlie, con un suspiro que mezclaba resignación y ternura, desabrochó un poco su traje, revelando sus pechos para alimentar a Helen. Alastor, manteniendo su sonrisa, desvió la mirada no por nerviosismo, sino por un sentido de caballerosidad que, aunque curioso en su caso, decidió respetar.

Alastor lanzó una mirada de soslayo mientras Charlie alimentaba a Helen, y con un suspiro, decidió dejar la habitación, permitiendo que madre e hija disfrutaran de un momento de tranquilidad. Mientras caminaba por los pasillos del hotel, se encontró con Vaggie, quien apareció de repente frente a él, con los brazos cruzados y una mirada fija y desafiante.

—¿Se te ofrece algo? —. Preguntó Alastor, manteniendo su sonrisa característica mientras se acercaba peligrosamente al rostro de Vaggie.

Ella, incómoda, retrocedió un poco, manteniendo su postura defensiva.

—¿Qué pasó en la reunión? —. Preguntó Vaggie con tono serio, aunque su ceño fruncido delataba la poca simpatía que le tenía a Alastor.

Con una burla evidente en su voz, Alastor comenzó a explicar.

—Oh, querida Vaggie —. Empezó, alargando las palabras para maximizar el efecto—Fue simplemente una obra maestra de la diplomacia infernal. Conseguí que Adán y Lute se mostraran como los verdaderos tontos que son. Y lo mejor de todo, ganamos un año entero antes de que el exterminio nos alcance. Todo con un poco de charla y encanto, por supuesto —. Su tono era un cóctel de sarcasmo y satisfacción, como si cada palabra estuviera diseñada para exasperarla.

Vaggie, sorprendida por la revelación, no pudo evitar reclamarle.

—¿Por qué siempre tienes que ser tan necio, Alastor? —. Espetó, frustrada—Todo esto es un juego para ti, ¿verdad? Mientras tanto, los demás estamos tratando de encontrar soluciones reales —. Su voz llevaba la carga de una mezcla de incredulidad y frustración, consciente de que, con Alastor, las cosas nunca parecían ir de acuerdo al plan, al menos no al suyo.

De repente, un fuerte grito resonó por todo el hotel, una voz que todos conocían demasiado bien: era Ángel.

—¡Chicos, vengan deprisa! —. Llamó el demonio arácnido, su tono lleno de urgencia.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora