𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕

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Vaggie se dejó caer al suelo del baño, las lágrimas fluyendo silenciosamente mientras la realidad la envolvía en una ola de angustia. Ángel, al ver su dolor, se arrodilló a su lado, envolviéndola en un abrazo reconfortante.

Su propia frustración burbujeaba en su interior, un fuego que ardía por la necesidad de respuestas sobre quién había embarazado a Charlie.

—No estás sola en esto —. Le susurró Ángel, su voz temblando con emoción contenida.

Mientras la furia y la tristeza se entrelazaban en el ambiente, ninguno de los dos sospechaba que el responsable era el demonio de la radio, Alastor, cuya influencia había tejido en secreto el hilo de esta compleja situación.

Alastor se encontraba cómodamente instalado en el sofá del lobby, disfrutando de la tranquilidad mientras leía el periódico con una expresión relajada. Niffty, con su habitual energía, se apresuró a traerle una taza de té humeante, antes de lanzarse a cazar cucarachas por el hotel, apuñalándolas con destreza.

—No hay nada más delicioso que una taza de té y leer el periódico —. Comentó Alastor con calma, disfrutando del momento, ajeno a la creciente tensión que se gestaba en el ambiente.

Sin embargo, esa tranquilidad fue abruptamente interrumpida cuando Vaggie, llena de furia y desesperación, tomó a Husk de los hombros y lo estrelló contra la pared. Aunque no le ocurrió gran cosa, Husk se mostró molesto y confundido.

—¿Qué es lo que te ocurre, loca? —. Le preguntó, su mirada llena de rabia.

Vaggie, sin perder tiempo, le inquirió sobre lo que había hecho la semana anterior durante la inauguración del hotel. Husk, encogiéndose de hombros, respondió que después de servir algunos tragos a Alastor y a Charlie, se había retirado a la parte de atrás para disfrutar de un poco de tranquilidad, evitando las molestias de los demás.

En ese momento, Vaggie dirigió una mirada furiosa hacia Alastor, quien, ajeno a la confrontación, continuaba ignorando la escena, inmerso en su lectura.

Vaggie y Ángel se acercaron a Alastor, quien seguía pasando las páginas del periódico con tranquilidad, disfrutando de un sorbo de té.

—Alastor, ¿acaso tú...? —. Comenzó Vaggie, pero fue interrumpida por una mirada de desprecio y aburrimiento del demonio de la radio, quien, con una sonrisa inmutable, desvió su atención de ella y volvió a concentrarse en su lectura.

Sin embargo, la chispa de irritación en su interior parecía alimentarse de la frustración que emanaba de Vaggie.

—¿Acaso yo? Que yo sepa, no he hecho nada malo, mi querida Vaggie —. Respondió Alastor con una calma casi irritante, manteniendo su mirada en el periódico.

La rabia de Vaggie alcanzó su punto máximo, y con un movimiento brusco, le arrebató el periódico de las manos, arrugándolo antes de tirarlo al suelo. La reacción de Alastor fue sutil, un leve cambio en su expresión que indicaba un creciente descontento.

—¡¿Acaso tú no tienes nada que ver con el embarazo de Charlie?! —. Preguntó ella, alzando la voz con fuerza mientras lanzaba la prueba de embarazo a sus pies.

Alastor, al tomarla y observarla detenidamente, se encontró con la palabra "positivo" y, aunque su sonrisa permanecía, sus ojos se abrieron con sorpresa, revelando que la situación era más complicada de lo que había anticipado.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora