𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐕

193 32 3
                                    

«•»

Después de apagar el pequeño incendio, Helen se encontró en la habitación de su padre, sentada en su cama y observándolo mientras se preparaba para salir al pequeño bosque que tenía dentro de su habitación, con un rifle colgado del hombro.

—¿Papi? —. Preguntó la pequeña, su voz llena de curiosidad y ganas de acompañarlo.

Sin embargo, la sombra de Alastor se interpuso, deteniéndola suavemente. No quería que Helen presenciara el desastre que estaba a punto de desatarse.

La sombra de Alastor, siempre protectora, sabía que su hija no debía involucrarse en ese tipo de situaciones. Mientras tanto, Helen miraba a su padre con esos ojos grandes y brillantes que siempre lo hacían derretirse.

—Es mejor que te quedes aquí, pequeña... Prometo que estaré de vuelta pronto —. Helen, aunque un poco decepcionada, confiaba en su padre y en su capacidad para protegerse.

Mientras Alastor se adentraba en el bosque, la pequeña se quedó en su cama, imaginando las aventuras que él podría estar viviendo. La sombra que la rodeaba se desvaneció un poco, permitiéndole sentir un poco de libertad mientras su mente viajaba a un mundo de fantasía.

La sombra de Alastor se hizo presente de nuevo al ver que la pequeña Helen, con apenas unos meses de vida, había logrado invocar unas sombras y se deslizó bajo la cama, dirigiéndose decididamente hacia el bosque de su habitación. Sin pensarlo, la sombra se interpuso en su camino.

—Espera, Helen, no puedo dejar que vayas hacia allá —. Le dijo con un tono protector.

Pero Helen, con el ceño fruncido y completamente decidida, lo ignoró y siguió gateando, moviéndose con confianza. Rápidamente, la sombra se puso frente a ella.

—No —. Insistió, creando una pared de sombras para bloquear su paso hacia el bosque.

En ese momento, de entre los arbustos del bosque, salió Alastor, con un rifle colgado de su espalda y un venado muerto en su hombro.

—Ya no tienes que protegerla, Shadow —. Le dijo Alastor, entendiendo que su leal sombra estaba actuando en beneficio de su hija.

La sombra soltó un suspiro de fastidio, sintiendo que su tarea había sido en vano, y luego se desvaneció, volviendo a su amo.

Alastor se agachó para mirar a Helen, quien lo observaba con curiosidad, sin entender del todo por qué había una sombra bloqueando su camino. A pesar de la tensión del momento, Alastor no pudo evitar sonreír al ver la determinación de su hija.

Alastor sonrió mientras dejaba el ciervo en una de las mesas de la habitación. Luego, cargó a su hija en brazos y se dirigió hacia la puerta, saliendo con un aire de satisfacción. Al bajar las escaleras, vio a Charlie concentrada en unos ejercicios de redención. En una de las escenas, Sirpentius estaba disfrazado de niño y Ángel se había puesto un atuendo de traficante de drogas. Era una mezcla curiosa, pero así era la vida en el hotel.

Alastor caminó hacia Charlie y le entregó a Helen, que empezaba a mostrar signos de hambre. Charlie estaba a punto de alimentarla, pero Alastor, con un gesto rápido, chasqueó los dedos y apareció una botella de leche. No quería que ella se sintiera incómoda sacándose el seno en medio de toda esa gente; sabía que eso le podría dar mucha vergüenza, y a él también, por supuesto.

—Gracias, Alastor —. Dijo Charlie, con una sonrisa de gratitud mientras tomaba el biberón y se lo daba a Helen, quien comenzó a chuparlo con gusto. Alastor sonrió, sintiéndose satisfecho con su intervención.

—De nada, dulzura. Respondió, con una sonrisa burlona mientras le pellizcaba una de las mejillas a Charlie, un gesto que le salía natural.

Esto provocó que Vaggie, que estaba sentada en uno de los muebles, lo mirara con desdén, claramente molesta por la situación.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora