𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐕𝐈

327 37 4
                                    

«•»

Era un nuevo día en el infierno, como siempre. Las calles estaban llenas de pecadores que caminaban despreocupadamente, algunos ignorando los cuerpos muertos que yacían en los callejones.

Otros se dejaban llevar por el vicio, drogándose o embriagándose en plena calle, como si fuera lo más normal del mundo. Mientras tanto, en un edificio peculiar, un imp llamado Striker estaba echado en un sofá, atendiendo su teléfono con una expresión de aburrimiento.

—Sí, sí, lo sé. Solo tengo que secuestrar a la pequeña —. Dijo Striker, girando su arma con un dedo, sin prestar mucha atención a la conversación que tenía al otro lado de la línea.

Era un demonio misterioso que tenía un único objetivo: capturar a Helen, la hija de Alastor, el demonio radio, y de Charlotte Morningstar, la princesa del infierno. Striker no parecía demasiado impresionado por la tarea, su tono era relajado, casi desinteresado.

Para él, era solo otro día en el trabajo, pero había algo en la misión que le daba un ligero cosquilleo de emoción. Secuestrar a la hija de un demonio tan conocido tenía su propia dosis de riesgo, y eso siempre lo mantenía alerta, aunque su actitud despreocupada lo disimulaba.

Striker colgó la llamada y guardó su arma a un lado, levantándose del sofá con una actitud despreocupada. Caminó hacia un estante repleto de armas, su mente ya maquinando sobre cómo llevar a cabo su plan para secuestrar a la pequeña Helen.

Sabía que, a pesar de que la niña no representaba una amenaza, Alastor, sí lo hacía. Así que, por si acaso, decidió llevar algunas armas extra.

—Veamos qué tan fuerte es este tal demonio radio —. Murmuró Striker, una sonrisa siniestra dibujándose en su rostro.

La idea de enfrentarse a Alastor le emocionaba; sabía que sería un buen desafío. La adrenalina comenzaba a fluir mientras revisaba las opciones, y la anticipación de lo que estaba por venir le daba un aire de diversión.

Mientras tanto, en el hotel Sirpentius, Husk y Angel estaban lidiando con la traviesa pequeña Helen, que no dejaba de transformarse en sombra de vez en cuando, deslizándose por el suelo y escabulléndose de sus tíos.

Husk se mostraba cada vez más fastidiado, tratando de atraparla, pero cada intento era en vano. Angel, por su parte, parecía despreocupado, revisando su teléfono con una paleta en la mano y disfrutando del momento.

De repente, todo cambió. Helen, que había estado escondida, apareció de la nada justo en la cabeza de Angel. Con un dedo travieso, lanzó un pequeño rayo celestial que incineró por completo la paleta que Angel estaba disfrutando.

El momento fue tan inesperado que Husk no pudo evitar soltar una risita, a pesar de su frustración. Angel se quedó mirando su paleta en cenizas, con una mezcla de sorpresa y diversión en su expresión.

—¿En serio, Helen? —. Preguntó, aunque en su tono se notaba que estaba más divertido que enojado.

Vaggie, que estaba viendo la televisión, se fastidió al escuchar el alboroto.

—¿Qué carajos está pasando ahora? —. Gritó, mirando a los demás con una mezcla de sorpresa y frustración.

En ese momento, Helen, aprovechando la distracción, se transformó en sombra y se deslizó rápidamente hacia las piernas de su tía. Vaggie sintió su presencia y, con un suspiro, acarició los cabellos de la pequeña, que se acomodó en sus piernas buscando un poco de paz.

—¿Cómo lo haces? ¡Esa niña es un torbellino! —. Preguntó Ángel, mirando incrédulo cómo Helen se acurrucaba en las piernas de Vaggie. Ella sonrió con satisfacción.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora