«•»
Una semana después, Charlie se encontraba sumergida en un mar de papeleo en su oficina.
—¡Qué aburrido! —. Exclamó para sí misma, mientras apoyaba la cabeza en el escritorio, sintiendo cómo la monotonía del trabajo la atrapaba.
Su mente comenzó a divagar, recordando la conversación que había tenido con su padre sobre la creación de un sello para Helen, un método para controlar su poder. A medida que pensaba en todo lo que habían tenido que hacer, se sonrojó un poco.
El ritual para crear el sello no solo requería la unión de la sangre de los padres, sino que también necesitaban un poco de su esencia. Su mente se aventuró de nuevo a ese momento, recordando cómo tuvo que besar a Alastor de manera apasionada. Al principio, la idea le resultó incómoda, pero poco a poco se permitió dejarse llevar por los besos de él y sus toques.
Era extraño pensar que ambos, a pesar de la incomodidad del momento, estaban ahí por el bien de su pequeña Helen. Todo había valido la pena, porque lograron crear un sello que contenía gran parte del poder de su hija.
Charlie se sonrojó aún más al recordar cómo, en medio de la intensidad del ritual, el ambiente se había vuelto casi eléctrico, y lo que era un sacrificio se había transformado en algo inesperadamente profundo.
De repente, la realidad del papeleo la golpeó de nuevo, y se dio cuenta de que, aunque el proceso había sido complicado y a veces incómodo, lo que realmente importaba era la seguridad y el futuro de Helen. Con un suspiro, volvió a centrarse en el trabajo, pero no podía evitar sonreír al pensar en lo que habían logrado juntos.
Mientras tanto, abajo en el lobby, Vaggie discutía acaloradamente con Sirpentius, quien estaba obsesionado con crear un arma para destruir a cualquier residente del hotel. Creía que todos lo trataban mal y eso lo llevaba a pensar que debía lastimarlos. Vaggie, con paciencia, le decía que lo estaban tratando bien porque quería que se sintiera bienvenido.
Sirpentius asomó la cabeza un poco más arriba de su arma y primero miró a Husk, que estaba tomando tranquilamente. Sin dudarlo, le sacó el dedo del medio con un gesto de desinterés. Luego, su mirada se dirigió a Ángel, que estaba absorto en su teléfono, donde también hizo un gesto similar.
Por último, sus ojos se posaron en la pequeña Niffty, quien estaba limpiando. Pero en ese momento, volteó la cabeza con una sonrisa maníaca, mirando a Sirpentius, que rápidamente bajó la cabeza, sintiendo un escalofrío.
—Tengo mis dudas —. Siseó Sirpentius, con desconfianza hacia los demás.
—Pues créelo, confía en mí y en Charlie —. Respondió Vaggie, de brazos cruzados y mirando firmemente a Sirpentius. Él, por su parte, se cruzó de brazos y dejó claro que no confiaba en nadie.
Mientras tanto, Alastor, que estaba en la cocina preparando el almuerzo, escuchaba la conversación gracias a sus orejas de venado. Se dio la vuelta y vio a la pequeña Helen jugando con sus propias sombras, que ella misma había creado.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro al darse cuenta de que su hija podía contener ese inmenso poder, gracias al sello. Se sintió más tranquilo, pensando que, a pesar de las tensiones en el hotel, había algo en lo que podía confiar: el futuro de Helen. De nuevo en el lobby, Vaggie se plantó firme frente a Sirpentius.
—Mira, si te vas a quedar aquí, hay que poner unas reglas: nada de armas y nada de conspiraciones contra los otros huéspedes. Y deshazte de esos cosas —. Dijo, señalando a los Eggboys, esos torpes ayudantes que siempre parecían meterse en problemas.
ESTÁS LEYENDO
𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel
FanficDurante la inauguración del Hotel Hazbin, todo parecía ir bien: Vaggie supervisaba los detalles, Ángel disfrutaba bailando y Niffty limpiaba con su habitual rapidez. Alastor, manteniéndose al margen, se acercó al bar de Husk y, sin darse cuenta de l...