𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐈𝐈𝐈

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Dos semanas después de aquella conversación entre Charlie y Vaggie, la pequeña Helen había crecido un poco, pero lo que realmente complicaba la vida de sus padres eran los poderes que ya empezaban a manifestarse. Aunque todavía era una bebé, sus habilidades se estaban desarrollando a un ritmo sorprendente y, a veces, un poco caótico.

Por ejemplo, los tentáculos de sombra de Alastor se convertían en una herramienta perfecta para que Helen fastidiara a Ángel, quien siempre intentaba relajarse. Cada vez que Ángel se acomodaba en su sillón, ahí venía Helen, con esos tentáculos traviesos, sacándole la paleta que estaba disfrutando o jugando con su cabello. Era difícil no reírse, pero Ángel no podía evitar mirar con frustración a Alastor, quien solo sonreía orgulloso.

Por otro lado, las llamas de Charlie también se hacían presentes. Siempre que Husk estaba disfrutando de su bebida, Helen encontraba la forma de acercarse y, con un pequeño destello de fuego, lo molestaba o incluso lo quemaba ligeramente, lo que lo llevaba a gritar y a buscar un lugar más seguro. Husk, con su temperamento habitual, siempre terminaba mirando a Charlie con una mezcla de asombro y desesperación.

Tanto Alastor como Charlie intentaban enseñarle a su hija cómo controlar esos poderes, pero con el nivel de energía y curiosidad de una bebé, era más que complicado. Cada intento de instrucción se convertía en un juego, donde la pequeña parecía más interesada en jugar que en aprender.

En ese instante, Alastor se encontraba en la habitación de Helen, rodeado por un círculo de sombras que él mismo había creado para contener el desborde de poderes de su hija. Con los brazos cruzados y una sonrisa de satisfacción en su rostro, observaba a la pequeña con una mezcla de orgullo y preocupación.

—(El poder de Helen es impresionante...) —. Pensó para sí mismo, aunque la emoción estaba empañada por la preocupación por todo el daño y caos que podía causar.

A Alastor le encantaba el caos y la destrucción, pero sabía que eso podría irritar a Charlie, y no quería sumar más tensión a su ya complicada dinámica familiar. Tenía que encontrar una solución, y rápido.

Mientras las sombras comenzaban a agotarse bajo la presión del poder que emanaba de Helen, Alastor sintió que el tiempo corría. Sabía que no podía dejar que la situación se descontrolara.

Necesitaba un plan que no solo mantuviera a su hija a salvo, sino que también le permitiera explorar sus habilidades sin causar estragos. Con cada segundo que pasaba, la carga sobre las sombras aumentaba, y Alastor se dio cuenta de que debía actuar antes de que la situación se volviera incontrolable.

Con rapidez y determinación, Alastor tomó un trozo de tiza y se agachó en el suelo, dibujando un círculo a su alrededor. Mientras lo hacía, su mirada se centró en la pequeña Helen, que estaba completamente distraída jugando con las sombras que ella misma había creado.

Se reía mientras las figuras oscilaban y danzaban a su alrededor, ajena al caos que podía desatar si no se contenía su poder. Alastor sabía que debía actuar rápido, así que se concentró y utilizó su propia magia para infundir el círculo con un poco más de energía, asegurándose de que pudiera aguantar un poco más.

Al terminar el círculo mágico, se levantó y se sintió un poco más aliviado al ver que las sombras se estabilizaban a su alrededor. Aunque sabía que esto no era una solución permanente, al menos le daba tiempo para pensar en un plan más efectivo.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora