𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Una semana después, Alastor se encontraba en su oficina compartida con Charlie, revisando documentos del hotel mientras disfrutaba de una taza de té. La atmósfera era serena, con el suave susurro de páginas al moverse y el aroma del té llenando el aire. De repente, la puerta se abrió de golpe, y Charlie entró dando brincos de alegría, sosteniendo a Helen en sus brazos.

— ¡Alastor! ¡Mañana iremos a la playa! —. Exclamó Charlie, su rostro iluminado por una sonrisa entusiasta.

Helen, curiosa, miraba a su madre con los ojos muy abiertos, intrigada por la emoción en su voz. Alastor alzó una ceja, claramente confundido.

—¿La playa? Estoy muy ocupado, Charlie. Hay asuntos más importantes que atender aqui —. Charlie frunció el ceño, sorprendida por la falta de interés de Alastor.

—Pero Alastor, es una oportunidad perfecta para pasar tiempo en familia. Helen necesita disfrutar de cosas así. No siempre estamos en el trabajo —. Su tono reflejaba una mezcla de frustración y determinación.

Helen, en sus brazos, movía las manos con curiosidad, intentando seguir la conversación.

—Lo siento, pero tengo muchas cosas que hacer. No puedo simplemente dejar todo por un día en la playa —. Replicó Alastor, su voz firme y autoritaria.

Charlie, sintiendo que no podía dejar que eso pasara, insistió.

—Tienes que ir, sí o sí. No se trata solo de ti, sino de Helen. Ella merece esos momentos. No podemos dejar que siempre haya trabajo entre nosotros — La tensión en la habitación creció mientras Alastor y Charlie se miraban, cada uno defendiendo su posición.

Helen, entre ellos, observaba con interés la pequeña discusión, sin entender del todo, pero consciente de que algo importante estaba en juego. Finalmente, Alastor, viendo la determinación en los ojos de Charlie, suspiró.

—Está bien, iré a la playa. Pero solo por un día —. La resolución de Charlie había tenido efecto, y la atmósfera se aligeró, dejando a Helen sonriendo alegremente.

Charlie, radiante de felicidad, salió de la oficina tras recibir el visto bueno de Alastor. Su entusiasmo era contagioso, y mientras cerraba la puerta detrás de ella, una sonrisa iluminó su rostro.

Alastor, por otro lado, se quedó en su escritorio, soltando un suspiro mientras volvía a concentrarse en los documentos. La realidad de las finanzas del hotel lo reclamaba, y comenzó a revisar las cifras con atención, con el sonido de los papeles y el tintineo de su taza de té como único acompañamiento.

En el lobby del hotel, Vaggie y Ángel estaban inmersos en una conversación animada. Vaggie, con una expresión de preocupación, no podía evitar expresar su desacuerdo.

—No creo que sea buena idea que Alastor vaya a la playa. Siempre termina causando problemas —. Dijo, cruzando los brazos con desdén.

Ángel, con su habitual tono despreocupado y una sonrisa traviesa, respondió.

—Vamos, no puede ser tan malo. Además, piensa en lo que podría ver. ¡El Bambi rojo sin camisa! —. Se refería a Alastor, imaginando al overlord disfrutando del sol en la playa.

Su comentario hizo que Vaggie rodara los ojos, aunque una pequeña sonrisa se asomó en su rostro.

—Eso no es motivo suficiente para que vaya. Alastor no entiende lo que significa relajarse —. Replicó Vaggie, aunque su tono ya no era tan severo. Ángel, sin perder su buen humor, continuó bromeando.

—Quizás eso es justo lo que necesita, un poco de sol y diversión. Nunca sabes, podría sorprendernos—. Mientras tanto, en su oficina, Alastor seguía revisando las finanzas, ajeno a la conversación en el lobby.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora