𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈

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Ocho meses después, el vientre de Charlie había crecido considerablemente, convirtiéndose en un símbolo evidente de la vida que llevaba dentro. Sus antojos, que antes eran extraños y a menudo difíciles de manejar, comenzaban a estabilizarse, y los episodios de vómito se habían vuelto menos frecuentes, permitiéndole disfrutar de los momentos cotidianos con mayor tranquilidad.

Sin embargo, el embarazo también traía consigo una serie de incomodidades: los dolores de espalda, la fatiga constante y la sensación de estar en una montaña rusa emocional eran parte de su nueva realidad. A pesar de estos desafíos, Charlie se mantenía optimista, sintiendo que el final del viaje estaba cerca y que cada malestar valía la pena por el bienestar de su futuro hijo.

Durante estos ocho meses, Alastor había experimentado una transformación notable en su comportamiento hacia Charlie. Su naturaleza protectora se había intensificado, siempre vigilante y dispuesto a asegurar que ella estuviera a salvo y cómoda.

Sin embargo, esta sobreprotección no se extendía a los demás; su actitud seguía siendo distante y poco cariñosa, salvo por algunos momentos breves con la princesa, a quien parecía otorgar una atención especial.

Con un suave movimiento, Alastor abrió la puerta de la habitación de Charlie, dejando que el ligero crujido de la madera anunciara su llegada.

En su mano, sostenía una bandeja cuidadosamente dispuesta, con una selección de alimentos que había preparado especialmente para ella: frutas frescas, un tazón de yogur y un té de hierbas que prometía aliviar cualquier malestar.

Al entrar, su presencia era serena, casi pacífica, contrastando con la agitación que a menudo lo caracterizaba. Se acercó a la cama donde Charlie reposaba, observando su rostro iluminado por la luz suave que entraba por la ventana.

Con un gesto suave, Alastor depositó la bandeja en la mesita de noche, asegurándose de que todo estuviera al alcance de Charlie.

—He traído esto para ti —. Dijo con un tono calmado, su mirada fija en ella.

Charlie lo miró con sorpresa y gratitud, percibiendo en su voz un matiz de cuidado que a menudo no se permitía mostrar. Aunque su relación seguía siendo compleja, esos pequeños momentos de atención y consideración hablaban más que mil palabras, dejando entrever que, a pesar de su naturaleza distante, había un profundo deseo de cuidar de ella y del futuro que compartían.

Unos días después, Charlie comenzó a sentir las primeras contracciones, un recordatorio inminente de que el momento tan esperado se acercaba. La incomodidad se transformó rápidamente en un dolor persistente, y Charlie se dio cuenta de que necesitaba ayuda.

En ese instante de vulnerabilidad, Angel y Vaggie, que habían estado cerca, se apresuraron a su lado. Angel, con su energía habitual, intentó mantener el ambiente ligero, pero su tono se tornó serio al ver la expresión de Charlie.

Vaggie, siempre atenta y decidida, se acercó y tomó la mano de Charlie con firmeza.

—Respira, Charlie. Vamos a hacerlo juntas —. Le dijo, guiándola mientras las contracciones se intensificaban.

Angel, por su parte, trataba de distraerla con comentarios ingeniosos, intentando aliviar la tensión en el aire. A pesar de la ausencia de Alastor, que estaba ocupado con sus propios asuntos como overlord, Charlie sintió el apoyo de sus amigos.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐄𝐫𝐫𝐨𝐫 ||| Chalastor Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora