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— Perdón por esto, creí que Sophia vendría también. — Dijo apenado, evitando cualquier contacto visual, estaba muy concentrado en la carretera.

— Da igual, muchas gracias por traerme — Agradecí sonriendo levemente, por más que estuviéramos peleados no quería terminar de esta manera. — Perdón por no haberte dicho sobre todo esto antes, Dylan. — Añadí con culpa, sabiendo como le había afectado la noticia.

— Esta bien, supongo... — Contestó sin mucho interés, di un suspiro al ver que seguía ocultando lo que sentía, estaba segura que me guardaba mucho rencor todavía pero no quería decirlo.

El camino fue silencioso, con suerte nos dirigíamos palabras causando incomodidad en el ambiente. El aeropuerto quedaba un poco lejos haciendo notar mi poca suerte.

— Bianca, me prometes que vas a venir a visitarme? — Habló con rapidez, evitando nuevamente el contacto visual, parecía nervioso, como si aquella frase se hubiera escapado de sus labios. — Lo prometo... — Contesté sonriente, ahí fue cuando el apartó su mirada por primera vez de la carretera volteándome a ver, sus ojos demostrando calidez y una sonrisa sincera en sus labios.

Al llegar al aeropuerto el me ayudó a bajar mis maletas, mientras bajaba la última maleta de la cajuela esperé a su lado, me la entregó y al recibirla nuestras manos se rozaron, despertando un sentimiento desconocido en mi, al parecer en el también.

— Eh, gracias por traerme — Dije incomoda, tratando de evitar aquel momento. El no contestó y se me quedó viendo, para después escanear mi cara con una sonrisa dulce, sus ojos se detuvieron en mis labios, estibamos a unos centímetros cuando sentí sus labios sobre los míos.

Me había tomado por sorpresa y estuve a punto de separarme hasta que tomó mi cara y acarició mi mandíbula con su pulgar, supe que esto lo haría más complicado pero sentía la necesidad de quedarme cerca de el. El beso fue dulce y apasionado, después de un tiempo nos separamos para recuperar el aire.

Me abrazó rápidamente y habló. — Te voy a extrañar... — Dijo con sinceridad, haciendo la despedida aún más complicada. Aunque me daba gusto que no habíamos quedado tan mal como pensé que iba a suceder.

Después de la despedida me dirigí hacía la entrada, estaba muy nerviosa y no sabía si esta era la decisión correcta. Arrastraba mi maleta con nervios y duda sin mirar hacía atrás. Estaba segura de que iba a extrañar este lugar pero había algo que me hacía querer volver a Roma.

El vuelo estuvo muy tranquilo, al llegar el aeropuerto no estaba tan lleno. Caminé hacía un café que quedaba dentro del aeropuerto y pedí una bebida y un pan. Tenía mucha hambre ya que en el avión no me habían dado mucho.

Después de unas horas finalmente llegué a mi casa. estaba muy emocionada por ver a mi hermano de nuevo, pero igual tenía miedo de que algo hubiese cambiado en mi casa dado a que mi mamá se había quedado allá. Al llegar a mi casa le agradecí y pagué al taxi y me dirigí a la puerta de mi casa con una sonrisa, cuando entré pude ver a mi hermano en el comedor, el corrió a saludarme con un fuerte abrazo y me dio un beso en la frente.

— Te extrañe mucho, Bianca — Dijo mi hermano mientras me mantenía en sus brazos, de repente una voz conocida se escuchó desde la cocina.

— Bianca? — Preguntó Niccolo, caminó hacía mi despacio, pude ver como se veía sorprendido al verme de vuelta. Yo sonreí y corrí a abrazarlo, me abrazó fuertemente por unos segundos y después se me quedó viendo con una sonrisa en su cara.

— Bueno, tengo que ir a hacer unas cosas, los dejo solos. — Dijo mi hermano para rápidamente salir de la casa, se veía apresurado, antes de que cerrara la puerta me sonrió sutilmente.

Al principio el silencio fue incómodo dado a lo inesperado que había sido este encuentro, pero después de un tiempo el silencio comenzó a sentirse más cálido. — Que haces aquí? — Le pregunté, ambos estábamos sentados en la barra de la cocina.

— Tu hermano necesitaba ayuda con algo de su coche, así que decidí ayudarle. — Por alguna razón aquellas palabras no sonaban tan sinceras, pero decidí ignorarlo. Estuvimos hablando casi toda la noche, hasta que sentía la mirada de Niccolo cada vez más pesada, me sentía nerviosa.

Me paré por un vaso de agua y el me escaneó de pies a cabeza, lo hizo disimuladamente y al parecer creyó que no me había dado cuenta. Cuando volví a mi lugar el se acerco un poco y habló. — Te extrañé, Bianca — Me dijo casi que un susurro, yo solo sonreí con sinceridad, hicimos contacto visual hasta que el lo rompió al mirarme los labios.

— Eh, y como están todos? — Pregunté rápidamente, el se separó y maldecí al ver que lo había arruinado. — Bien, todos te extrañamos. — Dijo con una voz un poco seria.

Después de un tiempo el finalmente se tenía que ir, estaba a punto de despedirse cuando me acerqué a el y lo detuve con rapidez. — Nicco, también te extrañe. — Dije con una sonrisa coqueta, me acerqué y estuve a punto de besarlo, pero me dio miedo de que no me lo correspondiera.

Cuando vió que dudé el me tomó de la cara y acarició mi mandíbula con su pulgar, se acercó hasta que nuestros labios estaban rozando y me besó lentamente, aquel beso era desesperado pero lento, me acorraló contra la pared y comenzó un camino de besos por todo mi cuello.

— Nicco... — Fue lo único que logró salir de mi boca, pude sentir su risa contra mi cuello haciendo que me estremeciera. Sus manos acariciaban mi espalda baja y mi cintura con desesperación, podía sentir como mi respiración aumentaba la velocidad cada vez más.

Se separó de mi cuello para mirarme fijamente a los ojos con una sonrisa victoriosa, como si hubiese logrado algo que quería hace mucho tiempo. — Bianca... no sabes cuanto esperé para esto. — Al escuchar eso sentí los nervios volver, jamás había hecho esto y de alguna manera se sentía incorrecto, sentía la necesidad de parar pero al mismo tiempo no podía.

— Todo va a estar bien... yo te cuido — Dijo suavemente, nuestros labios a punto de tocarse mientras sus manos acariciaban de nuevo mi cuerpo.

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Volví! Que opinan de esta escena? Salí de mi zona de comfort pero buenoo.
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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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 𝓛𝓲𝐟𝐞 𝓲𝐧 𝓡𝐨𝐦𝐞 | Niccoló GovenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora