Capítulo 16

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Damian Archer amaba compartir momentos junto a su amada, ya sea aquellos tan domésticos en los que él preparaba algún bocadillo antes de irse a dormir abrazados en su cama o, lo que por consecuencia habían empezado a hacer desde la boda de la mayor, compartir momentos de pasión sobre las cálidas sábanas sellando su amor de una forma más íntima.

No importaba como fuera, él amaba pasar tiempo a su lado.

Aquella noche, después de tanto tiempo separados, no fue una excepción. De hecho estuvo planenando una salida nocturna con su amante muchísimo antes de que este se casara con Lester Taylor.

Conocía la extraña conexión que sentía su señorita con las mariposas, y aunque él les temía por su revolotear entre las flores, no podía evitar querer complacerla y crear aquel brillo, que era escaso, en sus pequeños ojitos claros.

Por eso, después de abrazarse por muchísimo tiempo en la sala, decidió finalmente hablar.

— Señorita... — susurró mientras acariciaba la cintura de la mayor, sobre su camisón de seda rosa.

— Dime — contestó con evidente tranquilidad, embrigada totalmente por el aroma tan dulce que portana Damian.

— Yo... yo me preguntaba si...

— ¿Si...?

— Si le gustaría... no sé... salir... ¿conmigo?

La risilla tímida de ella no pasó desapercibida por él, mucho menos cuando esta se acurrucó más en su cuello, ocultando su rostro justo donde se podía percibir con mayor intensidad su olor.

— ¿Salir en la madrugada? — indagó en voz baja, muy cómoda entre los brazos de su amante.

— Sí, yo... yo quería llevarla a... un lugar — dijo finalmente, suspirando con tranquilidad cuando pudo sacar aquello de su pecho sin más problemas que sus ya conocidos tartamudeos.

— Mm — la mayor se separó a duras penas, únicamente para conectar miradas y sonreírle dulcemente.

Damian amaba esa sonrisa que emanaba tranquilidad, llena de cariño y dulzura. Le encantaba que ella tuviera una sonrisa y una personalidad única, una que era sólo para él. Amaba que no tuviera que pretender ser ruda u odiosa con él y que evidentemente no recurriera a estar a la defensiva, pues él nunca le haría daño y Daisy lo sabía.

Prefería morir antes de dañar a su amada señorita.

— Eso quiere decir — se tomó un tiempo para hablar, con evidente deje burlón en sus palabras, con toda la intención de sonrojar y avergozar al menor —, que quieres tener una cita conmigo.

El joven sintió como sus orejas empezaban a poseer un sofocante calor, mismo que hizo un recorrido hasta sus mejillas, que no dudaba ya habían tomado un evidente tono carmín ante lo lechosa que era su piel.
Daisy, notablemente se regocijo con la escena, acercándose nuevamente para dejar un delicado beso justo en el lunar que resaltaba en el cándido cuello del contrario, aun un poco marcado con manchas violetas y rojas por su causa durante sus noches de pasión.

— Yo... si quiere, señorita — confesó bastante apenado —. Me encantaría, de hecho.

— ¿Ah sí? — se recostó sobre su hombro, abrazando su cintura — A mi también me encantaría, Dan.

A Damian le tomó un tiempo procesar la aceptación de esta, por lo mismo, cuando su cerebro entendió aquello, tomó a la pelinegra por los hombros, separandola de su anatomía, conectando sus miradas a nuevas cuentas, buscando quizá una mirada de broma o algo que le dijera que era falsa aquella aceptación.

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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