Capítulo 11

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Si se hablaba de personas inteligentes, Daisy Taylor debía encabezar la lista, pues su plan para evitar que Lester Taylor la tomara a la fuerza funcionó sin muchos problemas.

Solo bastó insitar al hombre a embriagarse a más no poder durante la fiesta de bodas, hasta tenerlo totalmente inconsciente en la cama donde supuestamente debía ser concebido el primer hijo de la pareja.

— ¿Y se supone que este es el mejor de los hombres después de los York? — se burló del estado de su reciente esposo, babeando debido a la borrachera que ella misma le había causado.

Realmente, ambos parecían haber tomado la misma cantidad de licor, pero ella astutamente apenas y había dado una probada al vino en el primer brindis, vaciando las copas repletas de licor sobre las platas, o cambiandolas con sigilo con copas ya vacías, engañandolos a todos nuevamente.

Su hermano Levi totalmente sobrio, le dio su regalo de bodas antes de dejar la mansión de los Taylor, siendo esta una botellita con sangre de cordero que consiguió luego de básicamente amenazar a un carnicero para que le diera esta con discreción.

Con una sonrisa cínica, trabó la puerta de la habitación para que nadie interrupiera y cerró también las cortinas por las dudas.

Se acercó al cuerpo inconsciente de Lester y a en medio del colchón cubierto con sábanas blancas regó la sangre de cordero embotellada, formando una enorme mancha roja el nítida tela.

Sabía bien que la familia de Lester quitaría las sábanas a la mañana siguiente y las tenderían como señal de que la feliz pareja había sellado su unión en la noche de bodas y que ella como mujer había cumplido con su deber.

Para ella aquello era humillanye y ridículo, no pensaba que permitir que aquel hombres siquiera volviera a besarla, ni siquiera a la fuerza como en la ceremonia de unión.

Luego de esparcir toda la sangre en la cama, vigilo que Lester continuase dormido, sabiendo que éste no despertaría hasta el día siguiente con una resaca insufrible.

En silencio esperó por que el reloj de la habitación marcara las doce de la noche, misma hora en la que esperaba, Damian estuviera esperandola fuera de aquella casa del terror a la que apenas y había sido obligada a vivir.

La campana de reloj resonó fuertemente, anunciando finalmente que era la hora que tanto esperaba. Lester ni siquiera se removió en su lugar, totalmente noqueado por el licor en su sistema.
Con sigilo dejo la habitación iluminado su camino con una vela.

Todos los empleados estaban descansando y lo único que le preocupaba era que debía burlar a los guardias en la entrada de la casa para dejar esta.

Rápidamente ideo un plan para escapar de ellos, buscando una salida entre la cerca que rodeba el bello jardín, notando que había un pequeño agujero entre el cable de puas que era utilizado para evitar la entrada de algún ladrón a la propiedad.

Con cuidado paso por el estrecho lugar, temiendo por clavarse alguna de las puas del cable en su cabeza u otra parte de su cuerpo, lastimandose en el proceso.

Cuando logró escapar de la propiedad no dudo en salir corriendo en dirección al portón principal, encontrando en el camino a Damian sentado en una roca grande un poco alejado de la entrada a la mansión, totalmente paciente, esperando por ella.

Sonrió tranquila cuando vio que en efecto, era real y él estaba ahí, sintiendo esa paz que la había abandonado desde que despertó aquella mañana tan estresante y triste.

Hasta las aves parecían cantar con melancolía pareciendo suponer lo que ocurriría aquel día.

— Damian... — susurró acercándose con sigilo hacia él, llamando su atención con rapidez.

El menor no tardó en ponerse de pie de un brinco. Correr hacia ella para envolverla entre sus brazos y alzarla con una euforia totalmente contagiosa, no fue problema para él.

— Señorita— susurró contra su cuello, escondido justo donde siempre solía colocarse su fragancia a lavanda.

— ¿Me extrañaste, pequeño Dan? — se regocijo al sentir la calidez de su cuerpo y Damian asintió sin pensar.

Archer se separó rápidamente, tomó sus mejillas y la miró con sus luceros tristes, brillando en alegría por volverla a ver después de un largo día que se sintió como una eternidad.
Sin más, ella misma lo tomó del cuello y lo beso con fuerza, soltando un gemido gustoso de solo probar aquellos labios rosados nuevamente.

Aquel contacto diciendo un silencio: "te extrañe también" que Damian entendió de inmediato, totalmente encantado con la forma en que Daisy demostraba cuanto lo quería.

— Llévame a casa, mi amor — susurró la mayor contra sus labios.

Damian no necesitó oír aquello dos veces. Con todas sus fuerzas alzó Daisy de manera nupcial, sacándole un par de risitas suaves que pasaron desapercibidas por el cantar de los grillos en aquella noche de luna llena.

La mansión de los Taylor era más cercana a la casa del menor que la que anteriormente era la casa de la pelinegra, siendo para ellos aun más sencillo escaparse durante las noches para poder verse y amarse en secreto como lo han venido haciendo hace casi un año.

Cuando Daisy fue bajada frente a la puerta de la bonita casita, sonrió nostálgica por los recuerdos que el simple hecho de ver aquella estructura le traían.

Y al adentrarse, nuevamente sintió su calidez y comodidad, tan linda como se mantenía en su memoria.

— ¿Tiene hambre, señorita? — preguntó con preocupación — Puedo prepar algo para comer o simplemente...

— Deberías primero encender una vela — dijo con buen humor —, no me gusta la oscuridad y la luna no ilumina mucho aquí adentro.

— Oh sí — el menor se tropezó torpemente con varios objetos situados en la pequeña sala, todo hasta llegar a la mesa que contenía los fósforos y la vela más grande del lugar.

Taehyung se carcajeo sin poder evitarlo, todo hasta que la luz del fuego iluminó la pequeña habitación, permitiéndole ver las sonrojadas mejillas de su pequeño y amado Damian debido a la vergüenza que evidentemente sentía en ese momento.

Extrañamente, todo se sentía como la primera vez, pero con mayores sentimientos.

— Entonces — Damian tragó grueso cuando vio su contraria acercarse a él con lentitud —, ¿desea comer algo?

— No realmente — susurró con suavidad. Cuando estuvo frente a él rodeó su cuello con sus largos brazos y se acercó a sus labios parandose de puntillas —. Se supone que un matrimonio debe estar siendo consumado esta noche.

Damian evidentemente se mostró molesto por aquel recordatorio, pero no dijo absolutamente nada.

— Lastima que decidí dejar al novio y escaparme con el jardinero — susurró sobre sus labios antes de dar inicio a un deseoso y desperado beso.

Y él simplemente se dejo hacer por su adorada señorita de cabellos oscuros y sonrisa brillante.
Él no podía sentirse más feliz por tenerla a su lado, sabiendo que el amor de esta no dejaba de ser suyo apesar de haberse casado ya, apesar de suponerse que ambos debían detenerse.

Amaba saber que Daisy solo lo amaba a él.

— Quiero que seas tú el primero y el unico en tocarme de esta forma, Dan— dijo con voz suplicante y los ojos dilatados —. Hazme el amor...

Butterfly Garden ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora