Capítulo 6

4 4 0
                                    

Según los estudios de los hombres, las mujeres son por naturaleza sumisas, debiles y tienen una gran falta de intelecto. Claramente analfabetas y con pocas habilidades para aprender, aun si desde muy pequeñas se les obliga a aprender tareas básicas como cocinar, limpiar y no puede faltar el complacer a un hombre al que eventualmente serían atadas sin opción alguna.

Es claro que este sólo es un estereotipo creado por los mismos hombres para seguir manteniendose como los líderes del mundo y también para hacer creer a las mujeres que lo son, y quizá porque no, creerselo ellos mismos.

La mayoría de mujeres crecen con el miedo de desobedecer a los hombres en general, mientras los hombres crecen con el deseo de ser fuertes y dominantes.

Así es como se ha mantenido el mundo durante siglos y todo continúa de generación en generación, hasta la actualidad.

El mundo estaba dividido en blanco y negro, ignorandose la existencia de otros colores y por ende las diferentes personalidades, independientemente de su género.
Siendo una represaria para todo habitante del planeta, el impedimento de desarrollar una personalidad propia, debiendo basarse en absurdos estereotipos de género.

Claro que, así como existen otros colores, algunas personas suelen ignorar aquellos estereotipos, creando su propio regimen y personalidad, creyendo en ellos mismos y confiando en sus propias capacidades.
Un ejemplos muy claro de ellos es Daisy York, nacida en esa familia millonaria y repleta de lideres, con las mujeres más bellas de la villa, siendo ella la única oveja negra del blanco y pacífico rebaño.

Sus ideales eran bastante adelantados a su epoca y su valentía y determinación llegaban a sorpender a cualquiera, incluso llegando a ser atractivos para los hombres ya aburridos de la sumisión de la mayoría de mujeres que conocían.

Uno de estos era Lester Taylor, mismo hombre que contrajo nupcias con la joven más dulce y amable de la respetada familia York, estaba suficientemente aburrido de aquella vida tan monotona y simple que vivía con su esposa y las demás que desposaría en un futuro siendo cada una igual de aburrida para él que la otra.

Él deseaba algo diferente, algo difícil, algo que le llenase de vida. Quería alguien como Daisy York, una mujer rebelde, dispuesta a pelear con uñas y dientes por sus creencias y pensamientos.

Y es que a algunos hombres masoquistas les gustaban los retos, pero era siempre y cuando supieran que ellos serían todo el tiempo los vencedores y más fuertes.

Evidentemente, Daisy York sabía aquello, conocía bien las intenciones de aquel hombre y también estaba segura de que su padre no dudaría en casarla con él de inmediato con tal de deshacerse de su presencia desastrosa. Y ese hecho encajaba perfectamente con su malévolo plan de venganza.

Daisy disfrazo su entusiamo con una cara seria cuando Lester Taylor apareció en su casa alegando que como tregua se ofrecia como prometido para la hija rebelde y sin cabales. Figiendo que ella no era a la que deseaba desde un principio.

— Definitivamente no — actuó cuando ya se encontraba en soledad con su familia —. Él asesinó a Agnes, no me iré con él.

— Por Dios, mujer tenías que ser — se quejó su padre, presionando sus parpados cerrados, evidentemente frustrado por su actitud —. Deja el sentimentalismo, he dicho que te casaras con Lester y se acabo la discusión.

— Hay más pretendientes, porque debo irme con el que desposaba a mi hermana muerta — se quejo nuevamente, buscando no levantar sospechas —. Mató a tu hija, ¿acaso no tienes corazón?

— Si fueras un hombre, Daisy — su padre finalmente la miró —, serías sin dudo mi hijo favorito, pero eres una histérica mujer que se deja llevar por su sentimentalismo. Tu adorada hermana era una adultera y una enferma — recalco, aun enfrente de Sadie, la madre de su hermana—, merecía ese castigo y por lo que veo, vas por el mismo camino que ella.

Butterfly Garden ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora