(33) La caja de Pandora.

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  «Estamos hablando de la integridad, de la capacidad que nos permite actuar según nuestros sentimientos y valores más profundos sin importar las consecuencias sociales»

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  «Estamos hablando de la integridad, de la capacidad que nos permite actuar según nuestros sentimientos y valores más profundos sin importar las consecuencias sociales».

Inteligencia emocional, Daniel Goleman [*].

  Helena se estiró en la cama. Escuchó el despertador, con la canción Love of my life, de Queen.

Love of my life you've hurt me

you've broken my heart and now you leave me

love of my life, can't you see?

bring it back bring it back

don't take it away from me

because you don't know

what it means to me [**].

  No deseaba levantarse. ¡Se sentía tan bien! ¡Vaya nochecita! Estiró el brazo, con los ojos cerrados. Le acarició la piel y le fue frotando los muslos. Despacio. ¡Eran tan potentes! Suavemente, como si fuesen alas de mariposas, le rozó donde a él más le gustaba.

ᅳMmmm ᅳsusurró el hombre, dormido.

  A ella le encantaba, igual que a él. Que le hicieran el amor sin despertarla, muy suave, mientras aún estaba dormida. Llegar al primer orgasmo sin tener plena conciencia de qué estaba haciendo. Por eso, en lugar de seguir, esperó un momento. Cuando comprobó que respiraba pausado, con la lengua le recorrió el cuerpo, jugando con delicadeza. Muy lento. Se detuvo y escuchó: lo había hecho de una forma tan tenue, que no interrumpió su descanso. No obstante ello, la parte a la que más le había estado prestando atención, sobresalía erguida por completo.

ᅳ«Una Torre Eiffel de músculos» ᅳpensó.

  Sabía que no iba a durar mucho más el sueño, así que se puso a horcajadas sobre él. Empezó a moverse, muy contenida.

ᅳ ¡Vaya despertar! ᅳsusurró Jean Joseph, atrayéndola hacia sí y besándola en la boca.

  No siguieron hablando porque incrementaron el ritmo. Los sexos chocaban, arremetían, iban a la misma velocidad. Cuando notó que a Jean Joseph le faltaba poco para llegar al clímax, Helena se giró y cambió de posición. El estómago hacia abajo, las rodillas apoyadas sobre la cama.

ᅳVen, Pantera ᅳle pidióᅳ. Sigue volviéndome loca.

Y empezaron, otra vez. O siguieron. Perdían la noción de todo.

ᅳ¡¡Jolín!! ᅳexclamó la chica, suspirando al terminarᅳ.¡Estás que te sales, tío!

  Los dos boca arriba con las piernas entrelazadas. Helena sentía los músculos adormecidos.

Enemigo Público Nº 1. GANADORA DE LOS PREMIOS WATTYS 2015.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora