(16) Confesiones en el hotel de Niza.

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«Igualmente, cuando en una inauguración o una cena me presentan a un hombre al que tengo la impresión de ver por primera vez, pero que hurga en mi mirada unos segundos más de lo necesario y declara: "Pero si ya nos hemos visto", tiendo a pensar qu...

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«Igualmente, cuando en una inauguración o una cena me presentan a un hombre al que tengo la impresión de ver por primera vez, pero que hurga en mi mirada unos segundos más de lo necesario y declara: "Pero si ya nos hemos visto", tiendo a pensar que ha tenido, en otra de mis vidas, por lo que a mí atañe, todo el tiempo del mundo para observar mi cara mientras mi mirada quizá estuviese clavada en su vello púbico».

La vida sexual de Catherine M., Catherine Millet [*].

  Habían cogido un avión.Jean Joseph, Jean Pierre y Helena se hallaban en Niza. En su sueño le habían dado, entre otros, dos datos muy importantes:

1-    Estar fuera de París al día siguiente, es decir, ese día.

2-    Visitar la casa donde murió Renoir, o sea, ir a Cagnes-sur-Mer.

  Jean Pierre estaba ahí a regañadientes, pero estaba. Habían pedido tres habitaciones individuales en el hotel y ella se negó a que su gasto corriera por cuenta de ellos. Helena hubiera preferido que los tres compartieran una.

—«Estoy desacatada» —pensó, haciendo una mueca.

—Gracias —le manifestó la chica a Jean Joseph, cuando él se ofreció a llevarle la maleta—. Pero puedo yo sola.

  Jean Pierre la miró, con cara de fastidio. Iban los tres en el ascensor y casi llegaban al vestíbulo de la octava planta.

—Claro que sí, madamoiselle, usted siempre se las ingenia para hacer todo sola —le dijo, mirándola con doble intención.

—¿Verdad? Excepto las que se hacen entre dos —lo picó Helena.

  Jean Pierre se quedó callado y miró al gemelo.

—¿Por dónde empezamos? —le preguntó el hombre a Jean Joseph, para cambiar de tema.

—Creo que lo mejor es que empecemos por decirle que nos hemos acostado dos noches —expresó la chica, cogiendo el toro por los cuernos—. Te dije que no era buena idea que se mudara. Es el vecino más molesto que tuve hasta ahora.

  Jean Joseph se quedó callado, mirando al hermano.

—¿Qué? Mon Dieu?! Vipère! ¡¡Cómo puedes largar ese disparate así, de golpe!!

—¿Por qué tanto escándalo? —se asombró ella, frunciendo el ceño.

—¿Por qué? ¡¿Encima pregunta por qué?! —exclamó, incrédulo, llevándose la mano a la cabeza.

—Sí, son cosas que pasan, nadie se va a horrorizar, somos libres. No hay por qué montar un espectáculo, además. Me  cansé de sus insinuaciones, simplemente, parece como si lo hubiera violado. Ha estado así durante el vuelo. No me gusta tener secretos con Jean Joseph, además.

—¡Exactamente, madamoiselle, claro que sí, usted me violó! ¡Usted se aprovechó de mí! Estaba un poco atontado por todos los acontecimientos y se valió de eso para ponerme las garras encima. ¡Tenía que haber pensado en mi hermano primero! Además, ¡usted me estaba usando como sustituto de él! Era lo mismo que utilizar un vibrador.

Enemigo Público Nº 1. GANADORA DE LOS PREMIOS WATTYS 2015.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora