20: Volver a casa

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Valentina

Cuando desperté a su lado, en la mañana del día siguiente, escuchando el delicado murmullo de su respiración mientras dormía, sintiendo la calidez de su piel desnuda rozando la mía, no necesité abrir los ojos para darme cuenta que quería amanecer así, todos los días, por el resto de vida. Qué importan las etiquetas cuando despiertas al lado de otro ser humano con la certeza de que te has enamorado como nunca creíste que lo harías.

Me preocupaba un poco lo que había sucedido la noche anterior, mejor dicho, lo que no había sucedido, pero yo confío en Juliana, confío en sus sentimientos por mí y en lo que yo siento por ella, lo más probable es que tenga razón, sólo hay que ser pacientes para permitir que todo suceda a su debido tiempo, incluso el desenlace que tanto deseaba pero que se resistió a aparecer. Decidí que no me preocuparía por eso, estaba allí, a su lado, como nunca antes. Lo demás vendría poco a poco, tal como ella lo había dicho.

Antes de abrir los ojos, suspiré de pura felicidad, apreté mi cuerpo contra el de ella y con delicadeza atravesé con mis dedos su cabello revuelto para acariciar su cabeza. Mientras lo hacía, noté que cambió el ritmo de su respiración. Decidí abrir los ojos, quería verla despertar.

Entonces fue ella quien me miró, sonrió, me dió un beso en la frente, me abrazó con fuerza y suspiró, tal como lo había hecho yo, segundos antes.

Apoyé mi barbilla sobre su pecho, la observé por unos instantes y le dije sonriendo:

—Juls, eres tan hermosa que estoy segura de una cosa.

— ¿De qué?

—Tu rostro debe haber sido esculpido por un artista.

— ¿En serio? —Preguntó con cierto tono de diversión.

—Así es, y quedó tan orgulloso de su obra que se encargó de estampar su firma sobre ella.

— ¿Qué firma?

—Ese pequeño hoyuelo en tu barbilla... ¡Me encanta!

— ¿Te refieres a este huequito? —me preguntó sonriendo mientras lo tocaba con la punta de su dedo.

—Ese mismo —respondí yo, besándolo.

—Unos "buenos días" y ese besito hubieran bastado para hacerme feliz, pero creo que has superado todas mis expectativas.

Me reí con ganas mientras apoyaba mi cabeza sobre su hombro otra vez. Ella apretó el abrazo de nuevo y me preguntó:

—¿Aún deseas que volvamos hoy a Nueva York?

—Sí —respondí sin mirarla— No sólo quiero "huir". Después de lo que compartimos anoche quiero cierto tipo de privacidad, algo que sólo podremos lograr regresando al departamento en Nueva York. Ese será nuestro refugio mientras... —hice una pausa antes de seguir, no sabía cómo Juliana tomaría lo que pensaba decir a continuación—. Juls, creo que aún no estoy lista para ser gay en público.

Ella tocó mi mandíbula para verme a los ojos y dijo:

—Estoy orgullosa de lo que soy y, aún más, de lo que somos ahora. No lo voy a negar, quiero dejar de fingir y mostrarme ante el mundo tal como soy, pero sé que tú no has llegado a ese punto todavía. Intentaré ser paciente...

—Gracias —le respondí con una sonrisa que no llegó del todo a mis ojos. En el fondo quería "llegar a ese punto", como lo había llamado Juliana, pero aún no me sentía lista para ello.

—No te preocupes, llegarás... —dijo, como si hubiera leído mis pensamientos—. Además, deberías animarte, con todo esto que ha pasado ha quedado resuelto un asunto trascendental.

Clásico VI JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora