22: ¡Oh por Dios!

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Juliana

Ese viernes en la tarde salí de la universidad muy contenta.

El director de la Escuela de Leyes me citó a su oficina para informarme que había sido seleccionada dentro del grupo final de tres alumnos que, en definitiva, podrían optar por la pasantía en la firma de abogados "Fletcher, Coleman & McKenzie".

Aceleré el paso tanto como pude, quería llegar cuanto antes al departamento para darle la noticia a Valentina. Ella me había enviado un mensaje unas horas antes para decirme que saldría temprano de clases e iría a casa a preparar el almuerzo.

En cuanto abrí la puerta del departamento me encaminé hacia la cocina para verificar si Valentina estaba allí. No la encontré, sin embargo, dibujé una sonrisa en mis labios cuando abrí las tapas de los sartenes y verifiqué que ella había cocinado uno de mis platos preferidos, pollo asado, arroz blanco y ensalada verde. También sonreí cuando me percaté que sobre la mesa del comedor y sobre las mesas de centro del salón ella había colocado tres floreros con flores naturales, que supuse, había comprado de camino a casa.

Bajé por las escaleras para buscarla en nuestra habitación, pero tampoco estaba allí. Asumí entonces que se encontraba dentro del estudio, aunque en la puerta no estaba colocado el cartel de Snoopy.

Entonces, decidí tocar su puerta para anunciar mi llegada.

Al otro lado, escuché a Valentina decir:

—Pasa mi amor, estoy aquí.

"Mi amor", me fascina cuando me dices así, obvio, no te lo he dicho, porque entonces te darás cuenta de lo cursi que soy.

En cuanto abrí la puerta vi a Valentina detrás de su escritorio. Tenía puesta una de mis camisetas de pijama, el mismo modelo que, según me había confesado, le encantaba verme vestir y que, a decir verdad, también me gustaba verle a ella.

Ella apartó la vista de la pantalla de la laptop, sonrió y me dijo:

—Veo que llegaste temprano, así no moriré de hambre. El almuerzo ya está listo, te estaba esperando para comer.

Me acerqué a ella, le di un breve beso en los labios y dije, también con una sonrisa:

—Sí, ya me encargué de investigar lo que preparaste. Uno de mis preferidos. También vi las flores que compraste. Son lindas.

—Me alegro que te gusten. Le dan un toque de hogar al departamento.

—Cierto. Me gusta eso. Voy a la habitación a ponerme cómoda. ¿Nos encontraremos arriba?

—Sí, voy a subir para servir. A propósito, te tengo buenas noticias.

— ¿En serio? Quizás sea una casualidad, porque yo también.

—Te esperaré arriba y hablaremos. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —respondí en el momento en que ambas salíamos del estudio.

Minutos después, cuando ya estábamos sentadas a la mesa, Valentina me dijo:

—Cuéntame, ¿cuál es tu buena noticia?

Le conté lo que me había informado el director de la escuela.

Valentina se alegró mucho y me preguntó:

— ¿Y bien, qué sigue? Me refiero, ¿qué requisitos deberás completar para que seas la elegida entre esos otros dos alumnos?

—En las dos primeras semanas de enero deberé asistir a una serie de entrevistas, las más importantes tendrán lugar el lunes, martes y miércoles de la segunda semana, cuando me tocará reunirme con los tres socios principales de la firma, un día por cada uno. De acuerdo al resultado de esas entrevistas ellos elegirán el candidato que, a la postre, será contratado para realizar las pasantías.

Clásico VI JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora