23: Como siempre

116 25 3
                                    

A la mañana siguiente...

Valentina

—No quiero levantarme de la cama... —le dije a Juliana haciendo un puchero mientras la abrazaba.

— ¿En todo el fin de semana?

—Si... Quiero estar aquí contigo...

—No vamos a convertir esto hermoso que nos une en sólo sexo, ¿verdad?

—No boba, pero este fin de semana quiero que seamos más que amigas.

—Tiene lógica, más ahora que por fin llegaste a "ese lugar".

—Es comprensible, ¿No es asi?

—Absolutamente, y ahora que lo pienso, creo que pasar todo este fin de semana en la cama es una buena idea. Así podrás comenzar a pagarme la enorme deuda que tienes conmigo.

— ¿Qué deuda? —pregunté.

—Todavía no la he cuantificado, pero lo haré de inmediato... Veamos, me enamoré de ti a los 12 años y ahora tengo 21... Me debes nueve años de orgasmos.

— ¡NUEVE AÑOS DE ORGASMOS! ¡Eso es demasiado!

—Tratándose de orgasmos nunca es demasiado —señaló Juliana alzando las cejas.

—No es justo, yo no sabía que tú estabas enamorada de mí. Deberías condonarme esa deuda.

— ¿Condonarte?... Lo lamento, los condones no son aplicables en esta relación, son más inútiles que... Un cenicero en una moto.

Solté una gran carcajada.

—De verdad estás loca Juls. Pero bueno, supongamos que acepto pagar mi deuda; en ese caso tú también me debes unos cuantos, casi un mes.

—Podríamos compensar esa parte.

— ¡Ah no! En este caso no aceptaré la compensación como forma de pago.

— ¿Quieres decir que estás dispuesta a pagar tu deuda por completo?

—Así es, uno por uno... —le dije a ella mientras hundía mi rostro en su cuello, comenzando a dejar suaves besos por toda esa extensión de su piel.

En medio de un gemido, la escuché decir:

—Y por lo que veo, quieres comenzar a pagar justo ahora.

—Así es...

***

Después de varios "BOOOOM", de ambas partes, nuestros estómagos vacíos comenzaron a protestar, y entonces nos vimos obligadas a levantarnos de la cama.

Compartimos la ducha y preparamos un suculento brunch. Mientras reposábamos la comida, decidimos comunicarnos con Brandon y con Rebeca para saber si podían y querían jugar en línea para continuar con las misiones del juego por equipos. Ambos estuvieron de acuerdo, de inmediato Juliana y yo nos instalamos en nuestra nueva sala de juegos, nos colocamos los audífonos y comenzamos a jugar.

Por tratarse de una misión de sigilo, elegimos el fusil de francotirador; después, buscamos el vehículo blindado con el PEM cargado y nos dirigimos a la sede de los laboratorios. Mientras Brandon y Rebeca se encargaban de los guardias de la entrada, me subí al montículo y despaché al vigilante ubicado en la plataforma.

Entonces, le pregunté a Juliana a través de los auriculares:

— ¿Qué te parece si nos ocupamos del conductor del vehículo antes de que arranque?

—Okay, pero tendremos que coordinar nuestros disparos, para matar al guardia que está a su lado al mismo tiempo.

—Bien, acércate a mí, sobre el montículo.

Clásico VI JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora