12. Recetas quemadas.

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Hola mis bonitos lectores~ ya pasando todo el drama de ayer porque la última parte del capítulo estuvo bien fuerte, hoy nos dedicamos a algo más dulce, como les dije, el final del capítulo marca un pie para un nuevo arco, pero de verdad este capítulo tiene de mis momentos favoritos por lo lindos que son, así que espero que les guste.

¡Mil gracias por el apoyo!

Eiji restriega sus ojos y estira sus brazos en la cama, los huesos le crujen y la pieza se encuentra increíblemente oscura, ni siquiera debe ser de madrugada, piensa con flojera, no obstante, dijo que se levantaría a cocinarle su desayuno preferid...

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Eiji restriega sus ojos y estira sus brazos en la cama, los huesos le crujen y la pieza se encuentra increíblemente oscura, ni siquiera debe ser de madrugada, piensa con flojera, no obstante, dijo que se levantaría a cocinarle su desayuno preferido y es un hombre de palabra, palpa con sigilo las sábanas, más se percata de que cambiaron de posiciones en algún punto de la noche y que Ash no es quien yace aferrado, las mejillas le cosquillean como burbujas de lava al comprender que es él quien está recostado sobre el corazón de Ash. Mierda. Mierda. Mierda.

¿Cómo llegó ahí?

Intenta levantarse con sutileza, no ansía despertarlo y mucho menos luego de todo lo que pasó anoche. Cambiaron. Ellos cambiaron. Y Ash... Todavía es un niño, llorando así entre mis brazos.

—No te vayas todavía. —Pero a Ash le basta de un tirón para tumbarlo sobre la cama, Eiji siente la indignación escocer al fondo de su garganta, quiere reclamar, más, ¿cómo hacerlo si lo tiene enrollado igual que un gato mimado? Casi puede escucharlo ronronear—. Cinco minutos más.

—Puedes seguir durmiendo tú solo.

—No, sin ti no quiero nada.

—Solo me iba a levantar para hacerte el desayuno. —Gimotea tratando de liberarse—. ¡No seas infantil! ¡Ya suéltame!

—No. —Musita alzando lentamente los ojos—. Quédate conmigo... dijiste que lo harías. —Y ahí Eiji cae en la cuenta de lo que verdaderamente dijo. Hizo. Prometió.

«Para siempre».

—Es verdad. —Así que Eiji sonríe y acomoda su palma sobre los mechones dorados deslizando con suma ternura su toque desde la punta de aquel trigal desordenado hasta la raíz. Tan bonito.

—Regalonéame un poco más. —Ash consiente y demanda sus caricias—. Se sienten muy bien.

Eiji sonríe conmovido, es inusual que aquel imponente depredador se muestre tan honesto con las cosas que quiere o necesita y no desaprovechará la oportunidad, así que pasea sus palmas en su cabeza y su fleco, permite que envuelva sus brazos alrededor de su cintura, que entrelace sus piernas bajo las sábanas y apoye su cabeza contra sus latidos.

El toque es íntimo. Estrecho. Embriagador. ¿Dónde termina Eiji y comienza Ash? Ya no lo saben.

Por supuesto la cercanía lo convierte en una estatua de mármol por la tensión, trata de soltarse para que no lo note, sin embargo, con cada respiración Ash cala más profundo entre sus grietas y sino hace algo las llenará, si sigue así le robará el corazón y no lo podrá sacar ¿pero no lo robó ya? Anoche se dio cuenta de lo verdaderamente herido que Ash se encuentra tras esos ojos tan pétreos y brillantes, le dolió y entonces supo que estaba perdido, que le era imposible ofrecerle la razón a Ibe, para él Aslan es un niño, no solo un homicida, no hará caso omiso de ninguno de los lados de dicha dualidad.

Moulin rouge.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora