21. Despertar juntos.

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Hi~ Muchas gracias por seguirle dando vida a esta pequeña historia, como les comenté, hoy nos toca empezar un nuevo arco más o menos canonico, así que les refuerzo harto las advertencias como siempre, se vienen dos capítulos que son medios densos, así que por favor cuidense.

Mil gracias por todo el apoyo y el cariño, espero que aún así les guste.

Mil gracias por todo el apoyo y el cariño, espero que aún así les guste

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Humo. Sangre. Escombros. Pedazos de vidrio. Calor. Hay fuego por todas partes. El candelabro explotó. ¿Qué pasó? Una bomba. Cierto. Les lanzaron una bomba por la ventana. Ja. Eiji intenta reincorporarse al salón, más, una desgarradora punzada en el vientre lo paraliza, baja la mirada y arroja un grito mudo al entender que tiene un pedazo de cristal incrustado en su carne, carajo, no puede ver nada, las llamas se extienden con furia, no hay oxígeno, está mareado y siente un pitido incesante palpitar en sus oídos, trata de que sus piernas respondan para pararse y es ahí que cae en la cuenta de que tiene a alguien más encima. Ash. Ash. Ash. ¡Debe ayudarlo!

—¡Ash! —Grita aunque no escuche su voz, su garganta se halla árida, cada palabra es un bisturí infectado arañándole la tráquea—. Ash...

Por favor despierta, te necesito.

—E-Eiji. —Está muy herido, mierda, hizo de escudo humano ¿en qué diablos estaba pensando?

—Estás sangrando. —Eiji extiende su palma para acunar el rostro moreteado de Ash, su cabello dorado se ha convertido en un revoltijo pegajoso y grumoso ¿dónde se magulló?, ¿le llegó algún resto de escombro? Le desespera no poderlo ver bien para apreciarlo—. Estás lastimado.

—¿Tú estás bien? —Los ojos verdes, jades, se ven inundados por una pena desconsolada como si se le estuviera haciendo trizas en estos instantes el corazón—. Tienes un pedazo de ventana.

—Estaré bien.

—Abrázame con fuerza, debo sacártelo o se infectará y no quiero que explote con el calor antes de irnos. —Eiji obedece, se aferra con toda su fuerza a la espalda del lince, cierra los ojos y deja que haga lo que quiera ya que le confía su vida. Lo hizo en su primer respiro. Lo hará en el último también. En todos los del medio. Respira—. Acá vamos.

—¡Duele! —Dura un segundo, no obstante, esa cicatriz lo atormentará el resto de su existencia.

—Tenemos que irnos. —Ash se rasga un trozo de la camisa e improvisa un torniquete alrededor de sus costillas, ni siquiera se ha preocupado de sus propias heridas sangrantes (cuando se ve mucho peor con su carne abierta)—. ¿Puedes pararte? Debemos llegar a los autos.

—Sí, puedo caminar además.

—No sueltes mi mano. —Serio. Frío. Implacable—. Te sacaré de aquí antes de que lleguen más.

Cientos de balas agujerean las paredes de la mansión, sin duda es una emboscada violenta de parte de Arthur, Eiji estruja aterrado la palma de Ash a través del humo y las llamas, los alaridos de la pandilla resuenan entre las sombras, los escombros caen a su alrededor, no se salvará ni una sola rosa del invernadero, sus ojos lagrimean en el tufo, la nariz le arde como si la estuviera presionando contra una sartén repleta de aceite. Es bestial. Salvaje. Inhumano. Balas. Navajas. Bombas. Pólvora. Fósforos. Risas.

Moulin rouge.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora