20. Beso indirecto.

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Hi~ Como les mencioné, hoy nos toca tener una conversación mucho más profunda entre Ash y Eiji en donde vamos con fe a que puedan arreglar lo que está pasando, porque a fin de cuentas de eso se trata una relación, de poder conversar los conflictos y llegar a un punto de reparación para ambos y vaya que estos chicos han avanzado.

Mil gracias por el apoyo, espero que les guste~

Eiji apoya los brazos contra el barandal de madera, está en un muelle alrededor de la biblioteca pública de Nueva York, Ash insistió en que lo acompañara afuera aunque no han entablado una conversación decente desde que supo lo qué era y lo qué fu...

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Eiji apoya los brazos contra el barandal de madera, está en un muelle alrededor de la biblioteca pública de Nueva York, Ash insistió en que lo acompañara afuera aunque no han entablado una conversación decente desde que supo lo qué era y lo qué fue, le cuesta comprenderlo, aun así, asume que es mejor a esperarlo fingiendo que duerme mientras reza que regrese con vida dado que no le cuenta nada, está bien, no tiene la obligación de confiar en él, más se siente como si estuvieran tres pasos más atrás que al inicio. Muy lejos para caer.

La suave brisa salada remueve sus cabellos y le pone la piel de gallina, debió abrigarse, lo sabe, pero su cabeza está en otro lugar, Eiji entrecierra la mirada, el atardecer salpica el muelle y cree que es hermoso el bricolaje de colores que se funden ante el sol, el dorado y el escarlata bailan en una secuencia mortífera que crea la ilusión de una acuarela, las nubes pasan de bergamota a topacio y el sol poco se esconde en el mar arrojando un último brillo, la imagen sublimemente decadente le recuerda a Ash y así mismo, el astro no le da un mísero adiós antes de esfumarse.

Le da pena pensar que así es Ash.

—Quería comprar perritos calientes. —Reconoce su voz al instante, más, no tiene el valor para vislumbrarlo, está sofocado—. Pero todo estaba cerrado, así que no pude comprarte nada.

—No importa, no vine porque quisiera cenar algo. —Odia ese tipo de tensión extraña porque le encantaba poder reír tontamente con él, ahora ¿qué es eso? Eiji enrolla los dedos en la baranda de madera y clava su atención en sus zapatos, son sus mocasines cafés, son sus favoritos, Ash se burló en la tienda diciendo que eran de "anciano", pero se los compró con una sonrisa dulce.

—Te traje esto en su lugar. —Extraña esa sonrisa—. Espero que te guste. —Entonces Eiji levanta la mirada para encontrarse con una rosa frente a su cara, Ash luce como un desastre, sabe que se juntó con Black Sabbath y Chinatown porque planean su ofensiva, más, impresiona a punto de romper en llanto con una flor medio marchita sobre su corazón.

—Gracias. —Es todo lo que puede decir—. Las rosas son lindas.

—No lo son, son agresivas y ostentosas, la gente solo las arranca para presumirlas y ni siquiera son agradables a la vista, pero las coleccionan.

—¿Por qué me trajiste una entonces?

—Quería comprarte un girasol porque tú eres un chico de girasoles. —Balbucea—. Y no habían.

—Está bien. —Se fuerza a sonreír—. Las rosas también me gustan. —No obstante, apenas trata de tomarla se pincha con una espina—. ¡Auch!

—¿Estás bien? —La flor cae al piso y sus pétalos se maltratan—. Mierda, te lastimaste con eso.

Moulin rouge.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora