HIPOFRENIA

Capítulo XXXII

Emma

Había caminado una y otra vez por el bosque, rodeando el pueblo y adentrándome en el camino, sin estar en medio de todo el movimiento, había hecho el intento de recoger mi cabello en una coleta y limpiar mi vestido con el agua del río, pero las manchas de sangre seguían de testigo de lo que había pasado.

Pasaba por los árboles y en las zarzas trataba de ver algunos arándanos, fresas o lo que fuera.

Seguía las carretas, como si fuera un muerto en vida, no me quedaba nada, estaba totalmente sola en el mundo, mientras daba pasos en dirección desconocida, pensaba y le daba vueltas siempre al mismo tema.

“Ríndete”.

Eso nunca estuvo en mi naturaleza, pero esta vez era diferente, me faltaban todos, había condenado mi existencia en un solo momento, debí dejar que me llevaran por bruja, quizás no era tan malo.

Quizás a Yanneth y a mi madre solo le habían hecho preguntas, y quizás estaban sanas. Quizás yo era la desquiciada.

El sonido de unos carros me sacó de mis pensamientos, provocando que me escondiera detrás de un árbol.
El carro siguió su camino hacia el pueblo más cercano.

No quería admitir que estaba perdida, tengo recuerdos vagos de estos caminos, se dirigen a la gran ciudad pero eso queda a más de tres horas caminando.

Pero si era con tal de encontrarlas era capaz de todo, así que agarre los extremos de mis vestidos y comencé a correr.