Vi a lo lejos una estela de humo negro, cerca de Würzburg, un fuerte sentimiento llego a mi cuerpo y como si fuera un movimiento obligatorio, corrí tan rápido como pude entre los árboles, enterrando mis pies desnudos sobre el barro que ocasionó la lluvizna del dia anterior, ya se hacia de noche y mientras corria la noche me confundía terriblemente, los sonidos de las carretas se escuchaban a los lejos, casi igual que los grillos, pero en una distracción por mi mente llena de pensamientos horribles y desgarradores, caí, me caí de cara al barro, las raíces de los árboles me dañaban las rodillas, raspando mi piel, poco me importo la sangre que brotaba por mis piernas. Me levanté y seguí corriendo, seguí corriendo por ella, por mi amor, no me di cuenta de las lágrimas que me acariciaban las mejillas, mis ojos ardían como nunca, impidiendo que viera claramente el camino, mis piernas fallaban, esto hacía que me tropezara torpemente por el camino que había repetido algunas veces durante mi vida, y aun así corrí tanto que me daban calambres.
Mi largo cabello negro estaba mojado completamente. Y cuando pensé que mis piernas se iban a salir de mi cuerpo fue cuando lo vi, vi como mi alma salía por mis poros, vi como la cascada se detenía, vi como mi corazón dejaba de bombear sangre y se pulveriza en mi interior, vi mi vida siendo arrebatada vilmente en frente de mis ojos, y llore, el calor del fuego chocaba contra mi cara aunque estuviera a mucha distancia, pero aun así el frío de la noche me abrazaba con tanta fuerza que sentía como a mis huesos se le formaban grietas, como el hielo me entraba por las orejas y recorría todo mi cerebro, en busca de consuelo.
Pero sabía que era ella, caí de rodillas en la tierra, frente a ella, esperando que mi vista me engañara, no me podía mover, era incapaz de hacer algo, mis ojos iban por todo su cuerpo, por su cabello en una sinfonía con el viento y el fuego, su cuerpo con quemaduras y su mirada perdida en el cielo, aún quedaba parte de su rostro pero no podía decir lo mismo del resto de su cuerpo, mechones de su cabello rojo se iban junto al viento.Estaba aterrada, horrorizada, y ahí fue cuando me di cuenta que simplemente ya estaba muerta, grite, grite como si me estuvieran arrancando las piernas, los brazos, el torso, la cabeza, grite por todos los recuerdos, todos los momentos, golpeaba el piso con mis puños, rompiendo mis dedos, astillando mis uñas, pero sin sentir dolor del que ya me estaba consumiendo desde hace un rato, la tristeza me estaba desgarrando la piel con el cuchillo menos afilado, no era capaz de verla a los ojos, apretaba la tierra bajo mis manos ensangrentadas, estaba en pánico, me arrastré hacia ella, tratando de agarrar mechones de su cabello que llegaban al suelo pero antes de tocarlos se consumían en el fuego.
Me sentía completamente sola, como si estuviera en medio de la nada, indefensa, sin nadie a mi lado, sin ella a mi lado.
Me ahogaba en mis propias lágrimas, trataba de pedir ayuda, desesperada, me lleve mis manos ensangrentadas al pecho, rozando el collar que me había regalado, subían por mis hombros y finalmente me abrazaba con tanta fuerza, esperando encontrar consuelo en mi misma, y lloraba, sollozaba, y así morí, me arrebataron mi vida, a mi amor, a mi mejor amiga, a ella, quería decirle tantas cosas, quería decirle que si a todo, quería decirle, “Déjame trenzar tu cabello” o simplemente decirle “El amor que siento por ti no se compara con nada” “Te amo Yanneth…”.
FIN
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HIPOFRENIA
Roman d'amourEl dolor causado por el amor es una de las más crueles condenas; arde en el pecho y ahoga el alma. Las manos entrelazadas de Yanneth y Emma son el único consuelo que les queda. Los pecados parecen incontables, pero una de ellas está dispuesta a romp...