Capítulo 5

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Voy a rechistar, a decir que prefiero trabajar solo o preferiblemente con el escuadrón, pero Dante levanta una mano antes de que pueda abrir la boca.

—Es una orden de tu padre, Callahan. No hay discusion para esto.

Maldigo por lo bajo, sabiendo que no hay forma de escapar de esta. Mis ojos se encuentran con los de Naoki, y noto un destello de emoción en su mirada, aunque el tío sigue manteniendo su compostura.

—Vuestra primera misión es recuperar los códigos de acceso a las cámaras informatizadas de Medonia. Esto es información clasificada; no se ha filtrado a la prensa, así que no debe salir de este grupo.

Hace una pausa para asegurarse de que lo estamos escuchando con atención antes de continuar.

—Tenemos motivos para creer que un tal Melior Vashire, un conocido contrabandista de información, se hospedará en un pequeño motel a las afueras de la ciudad. Está en el cruce que lleva a los desguaces. Un Nomad os llevará hasta el lugar. Es un lugar discreto, ideal para alguien que quiere pasar desapercibido.

El líder se inclina ligeramente hacia nosotros, bajando la voz aunque manteniendo su tono firme.

—Vuestra tarea es sencilla: pasaréis la noche allí, esperando que haga acto de presencia. Tenéis todos los detalles del susodicho en vuestros comunicadores. No quiero sorpresas, ¿entendido? Esto debe ser rápido y limpio.

—¿Cómo de limpio? —pregunto, provocando un fruncir de ceño en Naoki. ¿A dónde cree que vamos? ¿de paseo?

—Lo justo y necesario para recuperar los códigos, Callahan. Ni más, ni menos.

—Sí, señor —Respondo obediente. Siempre he admirado a Dante, es un tío directo y claro, no se anda con tonterías y yo tampoco.

Dante se aleja, dirigiéndose a otro grupo.

Justo en ese momento el holograma en el centro de la sala cambia de imagen. Aparece el Gobernador Tatsuya Kimura, el padre de Naoki, hablando sobre el asalto. Su rostro es grave, pero su tono firme.

—Averiguaremos quiénes son los culpables de este vil acto, y les aseguro que acabarán entre rejas. No descansaremos hasta que se haga justicia a nuestros soldados.

El silencio en la sala es palpable. Todos los ojos están fijos en el holograma.

—Parece que tu padre está metido en un buen lío —le digo con sorna, esperando que me responda con una de esas estúpidas sonrisas.

Pero Naoki no aparta la mirada del holograma. Su expresión es seria, impenetrable. No responde a mi comentario, y eso me sorprende. La falta de respuesta me deja una sensación extraña, como si estuviera tocando un tema delicado.

Le miro de reojo mientras proceso lo que acaba de decir el líder. No puedo evitar sentirme atrapado en esta situación, como si estuviera preso en una condena que no he elegido. Estoy acostumbrado a trabajar solo, a no tener que preocuparme por un compañero, y mucho menos por uno que viene con una sonrisa constante y un apellido que pesa tanto en este sistema.

Pero no tengo opción. Si quiero salir de esto, si quiero recuperar mi libertad, tengo que aceptar que él está aquí y que, por alguna razón, mi padre ha decidido que necesitamos trabajar juntos. Tal vez, si esta misión sale bien, si logramos recuperar esos malditos códigos sin problemas, podría demostrar que no necesito estar atado a nadie.

Tal vez entonces me devuelvan la libertad que siento haber perdido desde que Naoki apareció en mi vida, desde que me forzaron a tener un compañero. No me gusta depender de nadie, y menos de alguien que representa todo lo que odio de este mundo. Pero si tengo que aguantar esto para recuperar lo que es mío, entonces lo haré. Con un poco de suerte, este será solo un obstáculo más que superar.

Respiro hondo, forzándome a aceptar la situación. No es ideal, pero es lo que hay. Y si soportar a Naoki durante esta misión es el precio a pagar por mi independencia, entonces estoy dispuesto a hacerlo.

—Vamos, no te quedes ahí parado, tenemos que descender a la tierra —le digo, tomando la dirección a los muelles sin esperar respuesta.

Oigo sus pasos acercándose detrás de mí, ajustando su ritmo al mío cuando acelero. Esto es lo que me espera ahora una sombra constante, siempre presente, recordándome la situación en la que estoy atrapado.

Pasamos por las salas colindantes con enormes cristaleras blindadas, desde donde podemos ver al otro lado a los escuadrones formados, listos para recibir órdenes de sus líderes. Imagino que para ellos está a punto de empezar lo peor, o en todo caso, lo mejor. Porque sinceramente, preferiría estar en medio de la acción con ellos antes que quedarme atrapado en el papeleo administrativo al que me han relegado.

Este tipo de misiones, como la que nos han encomendado, son tareas de reclutas novatos, no de alguien como yo.

Me duele admitirlo, pero parece que me han reducido a esto. Y todo porque alguien, en algún despacho, decidió que el hijo del Gobernador y yo necesitábamos trabajar juntos.

Finalmente, llegamos a la nave. Nos esperan en la sala principal los exotrajes preparados específicamente para esta misión. El mío lo reconozco al instante; es oscuro como el carbón, con algunas líneas rojas que destacan sobre el negro absoluto. Mi número de agente está claramente marcado en el pecho y en la espalda, un recordatorio constante de quién soy y lo que se espera de mí. Pese a que es una armadura, el traje me queda ceñido al cuerpo, resaltando los hombros, la cintura y los muslos, dándome una apariencia imponente que me encanta, por que negarlo.

Mientras me ajusto el traje, noto a Naoki a mi lado. Su exotraje mezcla tonos azules y negros, con más lucecitas de las que yo necesitaría. El material se ve de altísima calidad, y se le ajusta perfectamente al cuerpo, destacando su figura de una manera que resulta perfecta.

"Voy a ignorar que he tenido ese pensamiento" Me digo algo consternado.

Mientras se viste, Naoki me mira por un instante y sonríe. Es una de esas sonrisas que parece venir de un lugar genuino, pero yo no estoy de humor para leer entre líneas.

Hago como si no lo hubiese notado, me concentro en los últimos ajustes de mi traje y, cuando termino, simplemente me levanto y me voy, alejándome de allí. No es el momento para distracciones, y mucho menos para dejar que me afecte cualquier cosa que no tenga que ver con la misión.

Nos dirigimos a la sala de control de la nave, donde tomamos asiento. Sin decir una palabra, la nave despega y comienza el descenso desde la estación hacia la Tierra. A medida que nos alejamos de la estación, las luces y el bullicio del espacio exterior se van desvaneciendo, reemplazados por el vacío silencioso y la inmensidad del cosmos. Es una senación que me encanta. Adoro la calma del universo, el silencio que solo es interrumpido por los motores de la nave.

El trayecto es largo y por lo que veo ninguno de los dos siente la necesidad de hablar. Me alegro, es un silencio casi respetuoso, como si ambos supiéramos que, por ahora, las palabras están de más.

El viaje sigue su curso, y mientras observamos cómo la Tierra se va haciendo cada vez más grande en la ventana frontal. Y me digo a mí mismo, tienes dos misiones en una. Recuperar los códigos de la manera más limpia posible y demostrarle a mi padre que puedo volver a ser el agente solitario que era. 

Cyberboyd - SIEMPRE JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora