Capítulo 8

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Unas horas más tarde, me encuentro en una nave de vuelta a la estación. El ruido sordo de los motores y la suave vibración bajo mis pies apenas logran apartar mis ojos de Naoki. Está tendido en una de las camillas médicas al otro lado de la cabina, conectado a varios dispositivos que monitorean sus signos vitales.

Mientras tanto yo, me recuesto contra la pared de la nave, con los brazos cruzados mientras mi mirada se mantiene fija en él. Cada respiración suya, cada pequeño movimiento que hace, me recuerda la explosión y lo cerca que ha estado todo de irse a la mierda por completo. La imagen de Naoki poniéndose entre el peligro y yo sigue grabada en mi mente.

El constante pitido de las máquinas que lo rodean me calma un poco. Es una señal de que está vivo, que lo peor ha pasado. Sin embargo, no dejo de pensar en que esto no debería haber ocurrido. Si hubiera estado más atento, si no hubiera sido tan impulsivo...

En cuanto llegamos a la estación, el equipo médico ya está esperándonos en el hangar. Apenas la nave toca el suelo, los médicos entran rápidamente para llevarse a Naoki. Lo trasladan de urgencia al centro médico, conectándolo a más aparatos de los que puedo contar. Su cuerpo, herido y chamuscado, parece aún más frágil bajo la luz estéril de la sala.

Yo los sigo de cerca, caminando en automático, incapaz de apartar los ojos de él. Los médicos lo reciben se van pasando indicaciones con la precisión fría de quienes ya han visto esto demasiadas veces.

Apenas me doy cuenta que estoy a punto de cruzar el límite permitido cuando uno de ellos me indica que espere afuera. Así que termino en la sala de espera, hundido en una de las sillas. No sé cuántas horas estoy allí, lo único que sé es que desde aquí, puedo ver las puertas del quirófano al final del pasillo. Cada vez que una enfermera o médico entra o sale, me tenso.

Sin embargo, el agotamiento me gana. El cansancio acumulado de las últimas horas pesa demasiado y sin darme cuenta, caigo dormido allí mismo.

Cuando abro los ojos, el primero en recibir mi mirada es Dante, con los brazos cruzados y una expresión de decepción evidente.

—No ha sido tu mejor trabajo, ¿eh, Callahan? —me dice con un rostro que parece esculpido en piedra, juzgando cada uno de mis movimientos con esos malditos ojos implacables.

No digo nada. Aguanto su dura mirada en silencio, sabiendo que lo último que necesito ahora es empeorar la situación. Mi mente está agotada, pero eso no significa que no me haya dado cuenta de que las cosas no han salido como debían.

—Debíamos estar preparados para todo, incluso para esa posibilidad —continúa Dante, como si quisiera recordarme lo evidente.

—Entonces la información que teníamos no era correcta —le espeto, sin poder evitar que mi tono sea más brusco de lo necesario—. Ese cabrón se nos adelantó. No es que hubiéramos podido hacer mucho con esa basura de datos que nos diste.

Dante me lanza una mirada fulminante. —Te voy a pasar ese tono esta vez, Callahan, pero no lo olvides: recuerda quién manda aquí.

Aprieto los dientes, odiando el peso de sus palabras. No me queda otra.

—Sí, señor. Lo siento —respondo, con la mandíbula tensa.

Dante se queda mirándome por unos segundos más, evaluando si mi disculpa es suficiente. Finalmente, da media vuelta y se va sin decir nada más, dejándome hundido en el banco de espera, con los ojos puestos en la puerta que da al pasillo de la habitación de Naoki. Siento el cansancio acumulado en mis hombros y, mientras me quedo allí sentado, no puedo evitar que las palabras me golpeen.

"He actuado como un gilipollas."

Pero estoy demasiado derrotado para martirizarme más. Apenas puedo sostenerme a mí mismo. Justo cuando pienso que no puedo más, la puerta se abre y aparece el médico.

Cyberboyd - SIEMPRE JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora