La mujer de la entrada nos hace una señal con la mano, indicándonos que la sigamos. Está junto a unas gruesas cortinas rojas que, por su aspecto, parecen ocultar un reservado al fondo del local. La música y las luces de neón van quedando atrás conforme nos acercamos, aunque la sensación de densidad en el aire no desaparece. Cuando llegamos, ella nos mira brevemente y dice:
—Akiro Ross os está esperando.
Naoki aparta las cortinas con un gesto tranquilo y entramos al reservado. La escena ante nosotros es casi un cliché de las peores pesadillas. Ross está sentado en un gran sofá de cuero desgastado, con los brazos extendidos sobre el respaldo, como si se creyera el rey de este antro. Alrededor de él, hay varios tipos, prácticamente desnudos, con la mirada perdida. Son "Muñecos", y lo noto de inmediato. La mirada vacía, la postura antinatural. Marionetas humanas, modificadas y controladas, sin rastro de voluntad propia.
Al vernos entrar, Ross fija su atención en Naoki, recorriéndolo de arriba abajo con una mirada que me provoca una oleada de asco instantáneo. La repugnancia me golpea como un puñetazo, y ya empiezo a odiarlo solo por ese gesto. Solo llevamos unos segundos en esta sala y siento la tensión como una corriente eléctrica bajo la piel.
—Largo de aquí —gruñe Ross, dirigiéndose a los Muñecos con un gesto despectivo—. Os veré más tarde, mis caramelitos.
Los muñecos se levantan sin un sonido, obedientes, y salen del reservado sin mirar atrás. Cuando se han ido, Ross se pone más cómodo, estirándose con una confianza molesta. Es un tipo grande, musculoso, con la cabeza rapada y brazos llenos de tatuajes que se mezclan con cicatrices. Lleva pendientes en ambas orejas, y todo en su actitud parece gritar "peligro".
—No me habían dicho que el hijo del gran Kimura fuera tan guapo —dice con una sonrisa torcida, clavando los ojos en Naoki—. Siempre me habían hablado del feo —añade, refiriéndose a su hermano mayor.
Se enciende un puro lentamente, tomándose su tiempo para disfrutar del primer tirón antes de recostarse de nuevo en el sofá. Ni Naoki ni yo decimos nada. Ross exhala el humo mientras nos mira con una expresión burlona.
—Debéis estar en una situación muy jodida para acabar en un sitio como este —comenta, observando a Naoki como si fuera una mercancía en subasta.
Naoki se mueve con una fluidez controlada, avanzando hasta el sofá y sentándose junto a Ross con calma. Le devuelve la mirada, firme, antes de hablar.
—No te olvides —le dice Naoki en voz baja— que es mi padre quien te permite estar en la posición en la que estás.
—Touché —responde Ross, con una mueca, mientras se encoge de hombros y da otra calada a su puro.
De repente, Ross gira la cabeza hacia mí, su mirada se vuelve fría y despectiva.
—Puedes decirle a tu perro que se siente, Kimura —escupe con desprecio.
Miro a Naoki, pero no hago ningún gesto por moverme. En su lugar, cruzo los brazos y me apoyo contra la pared, forzando una sonrisa sarcástica.
—Me encuentro mejor de pie, gracias —respondo con calma.
Ross apenas me presta atención. Toda su concentración está puesta en Naoki. Mi paciencia está empezando a agotarse cuando Naoki retoma la conversación, como si no hubiera escuchado las palabras de Ross.
—Necesito información sobre Vashire —dice Naoki, con su tono suave pero directo—. Sabemos que es un RunData y que consiguió una tarjeta multipase para entrar en los almacenes de Veronta. Me interesa saber quién se la dio y qué planean hacer con el Exodio.
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Cyberboyd - SIEMPRE JUNTOS
RomanceLazarus Callahan es un agente de la SNC con muy mal carácter. Desde la pérdida de su madre a causa de una de las drogas más letales de la galaxia, se ha dedicado en cuerpo y alma a capturar a quienes trafican con ella. No tiene otra motivación ni ob...