Es curioso lo que se tarda en descender a la Tierra y lo sencillo que es salir de ella. Ya ha pasado el mediodía cuando la nave nos deja en una zona árida de las afueras. Desde esta posición no puedo ver el motel, solo arena, las típicas palmeras del desierto y algunos cactus gigantes que parecen salidos de una postal.
La nave despega y desaparece rápidamente entre las nubes, dejándonos solos en medio de este paisaje desolado.
—No te separes —digo en un tono de voz neutro.
—No lo haré —responde él con firmeza.
"Así me gusta", pienso para mis adentros. No tengo intención de estar pendiente de "mi compañero" como si fuera un niño al que debo cuidar. Aunque, siendo sincero, tiene pinta de ser bastante joven. No es que yo sea un viejo, pero este año cumpliré veintiséis, lo que significa que ya llevo un tiempo considerable en la Agencia. He visto lo suficiente como para no querer cargar con un novato.
Saco el intercomunicador en formato de tableta y comienzo a leer los detalles de la misión mientras avanzamos. Según lo que leo, entraremos por la parte trasera del motel, donde obtendremos la llave de nuestra habitación señuelo, la misma habitación que se ha programado para que nuestro objetivo utilice. Allí lo interrogaremos y le sacaremos los códigos que lleva encima, que están almacenados en una tarjeta dual Multipass.
—Es increíble cómo estos imbéciles se hacen con una Multipass tan fácilmente —digo en voz alta sin querer, y una leve sensación de vergüenza me invade. No sé por qué, pero me molesta haberlo dicho.
—A saber —responde Naoki con un tono despreocupado, sin añadir nada más.
Para mi sorpresa, no comenta nada adicional. Parece que él también prefiere mantener las cosas simples.
Hago como si nada y sigo deslizando el dedo por la misión, hasta que me doy cuenta de que en la esquina de la pantalla hay un icono donde pone "Agentes". Clico allí y veo que aparecen mi cara junto con la de él. Es habitual que las misiones estén adjuntas a los agentes que las realizan, pero no es eso lo que quiero ver. Es muy tentador averiguar un poco más de mi compañero, así que no me lo pienso dos veces y abro su ficha.
Naoki Kimura
20 Años
"Lo sabía, un niñato recién salido de la academia."
1,81 m
"Já, 1,86. Aunque yo diría que le saco como una cabeza," pienso, aunque reconozco que estoy exagerando.
Sigo leyendo.
Especialidad: PRIVADO.
Código de Agente: PRIVADO
Detalles a tener en cuenta: PRIVADO
Preferencias armamentísticas: PRIVADO
....
"Privado..." Por supuesto, todo lo que realmente podría interesarme está sellado. Debería haberlo sabido. Cierro la ficha, sintiendo una mezcla de curiosidad frustrada y algo que no termino de definir.
A medida que avanzamos por el terreno árido, el motel finalmente empieza a hacerse visible en la distancia, una estructura solitaria en medio del desierto, casi tan inhóspita como el paisaje que la rodea. Parece el tipo de lugar donde la discreción no es una opción, sino una auténtica necesidad. Un motel de malamuerte vamos.
—Ahí está —digo más para mí mismo que para él, y siento que Naoki también ha captado el motel en el horizonte.
Nos acercamos en silencio, cada uno concentrado en lo que viene. Mientras caminamos, la tensión de la misión se mezcla con la incomodidad de tener que trabajar juntos, o al menos la mía, por que no sé muy bien que piensa él de todo esto, aunque por lo que he visto hasta ahora no se le ve muy incómodo. Además, este no es el tipo de misión que me interesa, y definitivamente no es el tipo de compañía que suelo preferir. Pero por ahora, no tengo otra opción.
Cuando llegamos a la parte trasera del motel, nos detenemos un momento. Miro a Naoki, quien mantiene una expresión neutral, aunque sus ojos parecen estar analizando cada detalle del entorno.
—Es aquí —digo, casi en un susurro.
Asiente sin decir nada, y subimos por las escalerillas que llevan a la puerta trasera. No puedo evitar sentir que, a pesar de todo, algo no encaja del todo en este plan.
Aparto ese pensamiento repentino y me dispongo a abrir la puerta, pero entonces me encuentro con una pantalla numérica al lado del picaporte, un panel que claramente requiere un código para desbloquear la puerta. Me detengo, mirando el dispositivo en silencio, sin saber muy bien que hacer.
Antes de que pueda pensar en mi siguiente movimiento, Naoki rompe el silencio.
—Cuatro, cuatro, seis, siete, nueve, cero —dice en voz baja, con una confianza tranquila.
Me vuelvo hacia él, un poco sorprendido, la verdad, y lo veo sacar su tableta digital. Con un leve movimiento, me muestra la pantalla donde están los detalles de la misión, incluido el código que acaba de decirme.
—Lo pone en los detalles de la misión —explica, manteniendo su tono neutral—. Creía que era eso lo que estabas buscando antes, así que intenté no distraerte guardando silencio.
Por un momento, me siento un poco idiota por no haber encontrado yo mismo los códigos ya que me distraje mirando la ficha de aquí mi amigo.
Me limito a asentir y, sin decir nada más, introduzco el código en el panel. El dispositivo emite un pitido suave y la puerta se desbloquea con un clic.
Entramos en la pequeña entrada del motel, un espacio estrecho y mal iluminado que huele a humedad y abandono.
En un taburete junto a la pared, veo una tarjeta que parece haber sido dejada allí a propósito. La cojo y la examino; en el reverso está escrito el número de la habitación que nos asignaron: está en la segunda planta, justo lo que esperaba, ya que el motel solo tiene dos plantas.
—Habitación diceiséis, segundo piso —murmuro, enseñándole la tarjeta.
Subimos por las escaleras interiores y salimos a un pasillo interior sin ventanas. Doce, trece, catorce, quince y... dieciséis.
Introduzco la tarjeta y entramos.
La puerta de la habitación se abre con un chirrido, revelando un interior lamentable y mugriento, cómo no. Las paredes están cubiertas de una capa de polvo y está bastante sucio pero al menos está ordenado. La única cama que hay es grande está situada en el centro de la habitación. Parece haber sido usada más veces de las que me gustaría imaginar, la verdad. Pero ninguno de nsootros dormirá aquí esta noche así que no me preocupa.
Las cortinas, de un rojo pálido desgastado, están echadas, dejando la habitación en una penumbra opresiva.
Naoki, se mueve instintivamente acercándose a las cortinas. Las aparta ligeramente con dos dedos, creando una pequeña rendija por la que puede observar el exterior. Me acerco a él y hago lo mismo, asomándome por la rendija para tener una mejor vista.
Desde nuestra posición, podemos ver claramente la carretera y el pequeño aparcamiento del susodicho motel, justo a los pies de este deprimente edificio. La ubicación es perfecta, la verdad, ofrece una vista completa de cualquier vehículo o persona que se acerque.
—Ahora, a esperar —dice Naoki en voz baja, sin apartar la vista del aparcamiento.
Asiento, manteniéndome en silencio. La calma antes de la tormenta siempre es lo más difícil de soportar. Cada minuto se estira, tensando los nervios. Aun así, sé que la paciencia es clave en una misión como esta. Nos toca esperar, preparados para actuar en cuanto nuestro objetivo aparezca.
El silencio en la habitación es casi absoluto, roto solo por el leve sonido del viento que raspa las ventanas y algún que otro crujido del viejo edificio. Me esfuerzo por mantenerme concentrado, sabiendo que en cualquier momento la acción puede llamar a la puerta, casi, figuradamente.
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Cyberboyd - SIEMPRE JUNTOS
RomanceLazarus Callahan es un agente de la SNC con muy mal carácter. Desde la pérdida de su madre a causa de una de las drogas más letales de la galaxia, se ha dedicado en cuerpo y alma a capturar a quienes trafican con ella. No tiene otra motivación ni ob...