¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Desde que Ji-Ho se fue, todo había cambiado, pero no necesariamente para bien. Aunque Richard y yo estábamos cada vez más cerca, me sentía atrapada en una tormenta de emociones. El dolor de perder a Ji-Ho seguía ahí, y aunque no lo amaba como a Richard, había sido alguien importante en mi vida. Aún más, era la estabilidad que me mantenía a flote durante todo el caos.
Las cosas con Richard eran diferentes. Él era impredecible, y por más que quisiera aferrarme a la idea de que podíamos ser una familia, tenía miedo de que, si me dejaba llevar por eso, terminaríamos repitiendo los mismos errores.
Esa mañana, Richard había pasado a recoger a Mateo para llevarlo al parque. Estábamos en la cocina, él sirviendo café y yo mirando las noticias en mi celular, cuando de repente me soltó algo que me dejó helada.
—Nicole me dejó —dijo, con un tono neutral, como si no le importara realmente.
Alcé la vista, sorprendida. No esperaba que me lo dijera así, tan directo.
—¿Qué? —pregunté, confundida—. ¿Por qué?
Richard se encogió de hombros.
—La relación nunca fue seria, Adri. Ella lo sabía, yo lo sabía, pero creo que al final no pudo soportar todo esto… tú, Mateo, mi vida aquí. Era demasiado para ella.
Sabía que lo de Richard y Nicole no era algo serio, pero aún así me golpeó escucharlo. Porque, de alguna manera, eso dejaba las puertas abiertas para lo que pudiera pasar entre nosotros, y eso me asustaba.
—Lo siento —respondí, aunque no estaba segura si lo decía en serio o no.
Richard dejó la taza en la mesa y se cruzó de brazos, mirándome con esa intensidad que siempre me desarmaba.
—No tienes que sentirlo, Adriana. Sabes que lo que realmente importa para mí está aquí —dijo, señalando la casa.
Sentí el peso de sus palabras, como si cada una de ellas se clavara en mi pecho. Y aunque quería creer que todo podía ser tan sencillo como él lo hacía parecer, sabía que la realidad era mucho más complicada.
—No sé si estoy lista para esto, Richard —admití, bajando la mirada—. Tú y yo… hemos pasado por mucho. No quiero que Mateo se confunda más.
—Yo tampoco quiero que se confunda. Pero creo que es hora de que nosotros también dejemos de estar confundidos —respondió, acercándose un poco más—. Sabes que aún siento algo por ti. No puedo seguir ignorándolo, y sé que tú tampoco puedes.
El silencio que siguió fue incómodo, pero no porque no supiera qué decir, sino porque él tenía razón. No podía ignorar lo que sentía por él, pero al mismo tiempo, tenía miedo de que las cosas volvieran a romperse.
—Necesito tiempo —dije finalmente, levantándome de la mesa—. No puedo tomar una decisión de la noche a la mañana.
Richard asintió, aunque pude ver la frustración en sus ojos. Sabía que no le gustaba esperar, pero también entendía que esto no era algo que pudiera forzarse.