Han pasado semanas desde que Richard se fue a Brasil, y me he acostumbrado a la rutina sin él. Mateo ha estado creciendo rápidamente, y aunque su padre siempre está presente en su vida, por teléfono, las llamadas, las videollamadas, es difícil no tenerlo cerca en los momentos que más lo necesitamos. Yo, por mi parte, también he encontrado mi espacio, entre el trabajo y los compromisos con mi familia, que siempre ha estado allí para apoyarme.
A veces, cuando me encuentro sola, pensando en todo lo que hemos vivido, me siento confundida. He creído que lo mejor era darle tiempo a Richard y a mí para ver si podíamos realmente reconstruir lo que perdimos. Pero con la distancia, también he aprendido a valorar lo que tengo ahora, mi independencia, mi vida en Medellín, y lo que he logrado como madre.
El otro día, mientras le daba el biberón a Mateo, me llegó un mensaje de Richard: "Te extraño, Adriana. No quiero perder lo que estamos intentando."
Esas palabras me dieron vueltas en la cabeza durante días. Porque, aunque me gustaba la idea de que estaba pensando en nosotros, también me asustaba la idea de volver a caer en la misma rutina, en los mismos errores.
Esa tarde, cuando terminó mi turno en la oficina, decidí que necesitaba hablar con él. Era el momento de tomar decisiones. Ya no podíamos seguir evitando las cosas entre nosotros. La relación que estábamos intentando reconstruir debía ser más que palabras.
Brasil no ha sido fácil. No solo por el fútbol, sino porque las cosas con Adriana siguen en el aire. Me encuentro en un punto en el que los entrenamientos, las victorias, las celebraciones con los compañeros de equipo, parecen no llenar el vacío que siento. No me malinterpreten, soy agradecido por mi carrera, por la oportunidad de jugar con mi equipo, pero sé que mi corazón está en otro lugar.
Cuando la Copa América terminó, lo que realmente deseaba era estar con Adriana y Mateo. No había partido ni celebración que pudiera reemplazar la sensación de estar lejos de ellos. Estoy en el extranjero, entrenando, pero mi mente siempre regresa a ellos. Me he dado cuenta de que no es solo el deseo de regresar a la vida de Adriana; es la necesidad de estar con ella y Mateo, de ser una familia, de corregir los errores que cometí y empezar de nuevo.