Volviendo a lo inevitable

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Los últimos días fueron más tranquilos de lo que esperaba

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Los últimos días fueron más tranquilos de lo que esperaba. Después de todo lo que había pasado con Richard, pensaba que las cosas se complicarían, pero parecía que el universo nos daba un respiro. Sin embargo, esa calma tenía algo engañoso, como si fuera el preludio de una tormenta.

Richard había recibido una llamada urgente de su club en Brasil, el Palmeiras, para que volviera lo antes posible. Aunque la Copa América había quedado atrás y con ello los días que pasamos juntos, esta nueva partida me hacía sentir como si todo volviera a alejarse. Nos estábamos reacomodando en nuestras vidas, pero esa distancia física entre nosotros siempre terminaba creando una barrera emocional.

Mateo estaba en su cuarto, jugando con sus carritos mientras yo recogía la casa. Sentía su risa ligera, pero mi mente no estaba ahí. Seguía dándole vueltas a la última conversación que tuvimos Richard y yo antes de que le pidieran que regresara a Brasil. Me había prometido que hablaríamos cuando las cosas se calmaran, pero yo sabía que el fútbol siempre era una prioridad, incluso por encima de nosotros.

El timbre sonó y me sacó de mis pensamientos. Al abrir la puerta, me encontré con Richard. Venía vestido casual, pero se notaba el cansancio en su rostro.

—¿Puedo pasar? —preguntó con una ligera sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Asentí, dejándole el paso. Mateo corrió emocionado hacia él, y por un momento, todo se sintió normal. Ver a Richard interactuar con nuestro hijo me removía algo por dentro, una mezcla de nostalgia y tristeza. Habían pasado tantas cosas, y a veces me costaba imaginar cómo llegamos hasta aquí.

—Me llamaron del club —dijo Richard, mientras alzaba a Mateo en brazos—. Tengo que irme mañana temprano.

Sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto. Había pasado tan poco tiempo desde la última vez que nos vimos fuera del ambiente del fútbol, pero el compromiso con su carrera era algo que no podía ignorar.

—Entiendo —murmuré, sentándome en el sofá mientras lo observaba jugar con Mateo—. ¿Vas a estar mucho tiempo allá?

—No lo sé con certeza. Depende de los entrenamientos y la temporada. Pero regresaré en cuanto pueda.

Las palabras de Richard sonaban vacías, como si fuera algo que tenía que decir. Me dolía saber que nunca podía contar con un "cuando puedas" porque el fútbol siempre lo mantenía a mil. Aun así, no dije nada. Sabía que lo nuestro ya no era una prioridad en su vida, o al menos no del mismo modo.

El silencio se alargó entre nosotros hasta que él rompió el hielo.

—Adri, tenemos que hablar de lo que pasó antes... de todo esto —dijo, dejándome ver un atisbo de la vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Sabía que se refería a nuestra conversación, a los encuentros, a la tensión que existía desde que nos habíamos reencontrado. Mis emociones estaban divididas. Quería seguir adelante, dejar de complicarnos la vida. Pero, al mismo tiempo, había algo en Richard que siempre me atrapaba, una parte de mí que no podía renunciar a lo que habíamos compartido.

AUN TE PIENSO - R.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora