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ÁMBAR


Ámbar estaba revisando los informes cuando el coronel Delacroix entró en su despacho con el ceño fruncido, su presencia cargada de algo más que simple irritación.

-Quiero una explicación -dijo con voz dura, cerrando la puerta tras él-. ¿Por qué el prisionero ruso te llama "dulzura"?

Ámbar levantó la vista, sin dejar que su sorpresa la delatara. ¿Había sido tan evidente?

-Coronel, no tengo tiempo para discutir apodos ahora. -Respondió cortante, dejando los informes sobre la mesa-. Pero me interesa saber qué hacías en la celda de Volkov sin mi autorización.

Delacroix no retrocedió. En lugar de eso, cruzó los brazos, con el rostro tenso.

-No me importa lo que te llame en privado -su tono era frío, pero sus ojos delataban algo más, algo que Ámbar había visto antes-. Lo que quiero saber es si hay algo que debería preocuparme. Estás a cargo de este prisionero y esto... esta familiaridad, podría comprometer la misión.

Ámbar sintió cómo el aire en la habitación se cargaba. Lo conocía lo suficiente para saber qué estaba en juego, más allá de la misión.

-¿De verdad piensas que hay algo entre el prisionero y yo? -respondió, con sarcasmo-. Esto es ridículo, coronel. Si tanto te preocupa, deberías concentrarte en obtener más información, no en los juegos de palabras de Volkov.

El coronel apretó los dientes, dando un paso más hacia ella.

-No me hagas esto, Ámbar. -Su voz bajó ligeramente, más tensa, como si intentara mantener la compostura-. Sabes que esto no se trata solo del prisionero. El Alto Mando ya ha empezado a hacer preguntas, y no quiero que tu "relación" con Volkov complique las cosas más de lo necesario.

Ámbar frunció el ceño, comprendiendo por dónde iban los tiros. Este no era solo un interrogatorio profesional, era personal. Y ella no estaba dispuesta a ceder terreno.

-¿Relación? -soltó una risa amarga-. Si esto es por lo que pasó entre nosotros, es mejor que lo dejes atrás. No estoy aquí para revivir el pasado. Y si te preocupan los comentarios de Volkov, lo hace para provocarte. Porque sabe que te molesta.

El coronel la miró directamente a los ojos, sus celos brillando claramente por un momento antes de que lo ocultara tras una máscara de profesionalidad.

-No es solo eso -insistió-. Si él está jugando contigo, podría estar haciendo lo mismo con la misión. No puedo permitir que tu juicio se vea afectado por... esto.

Ámbar se acercó un paso, levantando la barbilla desafiante.

-No necesito que me recuerdes lo que está en juego. Si no confías en mí, tal vez deberías ser tú quien hable con Volkov. Pero te advierto, no te va a dar nada más que mentiras y juegos.

El coronel apretó la mandíbula, su mirada atrapada entre la preocupación por la misión y sus propios sentimientos mal resueltos hacia Ámbar.

-Tú y yo... -empezó, pero se interrumpió, como si reconsiderara lo que iba a decir-. Solo asegúrate de que esto no se salga de control.

Ámbar asintió, observando cómo él giraba para salir de la habitación. Pero antes de que la puerta se cerrara detrás de él, escuchó su última palabra, dicha en un susurro que apenas rozaba el aire.

-Dulzura...





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