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Ámbar

Ámbar observaba el mapa holográfico frente a ella. La luz azulada proyectada desde la mesa de control iluminaba las facciones concentradas de su equipo, mientras los detalles de la base enemiga parpadeaban en la pantalla. Habían pasado horas ajustando cada movimiento, cada paso, y ahora la misión estaba lista para ejecutarse. No había margen para errores.

-Recuerden, esta es nuestra única oportunidad de entrar y salir sin ser detectados -dijo Ámbar, con voz firme, mientras sus ojos repasaban a cada uno de los presentes-. Necesitamos esa información para ganar ventaja. Sin ella, todo el esfuerzo será en vano.

La pantalla mostraba una ruta de acceso oculta en los bordes del complejo enemigo, un área casi inexplorada por los guardias. Ahí estaba la clave. Si lograban infiltrarse sin ser vistos, podrían acceder a los archivos y recuperar la información crítica.

-¿Entendido? -preguntó, asegurándose de que todos estaban preparados.

Todos asintieron.

-Perfecto -respondió, apretando los guantes de su uniforme negro. Se acercó a la ventana que daba hacia la noche oscura, donde las sombras de la base enemiga apenas se distinguían a lo lejos.

Ahora era el momento.

La misión consistía en que Ámbar entrara en la base, ya que era la más ágil y sigilosa del grupo. Ella entraría en la base con un traje azul oscuro de licra para mayor flexibilidad, unas botas antideslizantes, unas gafas con visión nocturna y térmica para poder detectar el calor de los enemigos cuando no pudiera verlos, y en uno de los bolsillos llevaba una pequeña USB para descargar la información. Sus soldados esperarían una señal de cuando ella saliera; para eso tenía un pequeño micrófono y un auricular para información, por si algo pasaba.

Ámbar se preparó y empezó a escabullirse entre la poca luz. Llegó a la parte trasera. Ella entró por una puerta que se encontraba bastante aislada de los guardias y que, al parecer, nadie estaba vigilando.

Forzó un poco la cerradura y entró con cuidado. No había nadie. Encendió su reloj. Era una especie de reloj táctil que ella tenía, que mostraba un monograma de la base, un tipo de mapa.

Ámbar empezó a adentrarse en la base, caminando despacio y sigilosamente. El pasillo por el que caminaba tenía poca luz, lo cual le ayudaba a camuflarse con cuidado. No fue hasta que escuchó unas voces masculinas riendo.

Ámbar usó sus gafas térmicas y detectó dos cuerpos grandes que se acercaban a ella. Rápidamente miró hacia arriba; había unos tubos grandes de metal. Saltó y los alcanzó sin hacer mucho ruido, se subió en ellos y vio pasar a los dos hombres caminando debajo de ella sin prestar atención.

Ella comenzó a gatear por las tuberías hasta llegar a una puerta. El mapa indicaba que por ahí era mucho más rápido llegar a la base de control y a todo lo demás.

Miró a su alrededor y no había nadie. Entró por la puerta, pero desgraciadamente había personas adentro. Sin hacer ruido, se camufló en uno de los rincones oscuros. Había cinco personas dentro; uno de ellos miró la puerta y la vio abierta.

El que cerró la puerta dijo algo en ruso que ella no entendió. El chico volvió a su posición inicial sin darle tanta importancia a lo de la puerta.

Deberás no se esperaban nada de esto, ¿verdad, rusos?

«Parece que no, pero ¿cómo harás para sacarlos de aquí?»

La habitación estaba algo oscura. Los hombres de la habitación estaban viendo algo en un celular y estaban criticando -eso dieron a entender mientras ponían mala cara- lo que veían. Ámbar aprovechó que estaban distraídos y empezó a acercarse a la puerta del otro extremo de la habitación.

Pasión en el Campo de Batalla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora