VII

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~Franchessco~

¿Y si lo mato ahora?

《No, aun no》

Escuche decir a esa voz que normalmente habla en mi cabeza.

Siempre me dice que hacer. O más bien que decisiones tomar. Si me dice que me a alguien lo hago.

Bueno supongo que aun no debería matarlo. Es mejor hacerle caso a esa voz. Siempre tiene razón en lo que dice.

Ya que. Lo mato otro día.

Llevo a mi boca otra cucharada de mi cereal muy tranquilo.

Lo único que me causa conflicto es que tengo a Tomasso frente a mí. Comiendo muy tranquilo su pescado ¿Quién desayuna pescado?

También esta mí hermano con su cara de culo. Él está a mi lado comiendo... fruta.

Vivo entre locos.

Mientras me acabó mi cereal pienso pienso en como hacer para que mi hermano cambie esa cara de orangután.

Sí, parece un  orangután.
Todo amargado, sin expresión, solo come, anda de aquí allá sin decir nada. Solo le falta el pelaje naranja.

¿Cómo se vería Alessandro de color naranja?

Mi cerebro proyecto una imagen a mi pregunta. Me comencé a carcajear por la imagen de Alessandro naranja.

Es tan gracioso.

Las dos personas que me rodeaban me miraron con curiosidad alzando una ceja.

—Algún día te voy a meter en un psiquiátrico para que te evalúen y te compongas —afirmó Tomasso, su voz llena de repulsión y desprecio, claramente asqueado por mi actitud.

Y yo te voy a mandar al infierno maldito. Solo espera unos días más y todo saldrá como yo quiero.

—Incluso ahí sería feliz, Tomasso —le respondí, aún tratando de contener mi risa—. ¿Tienes idea de las historias que compartiría con mis compañeros de psiquiátrico? —Mi risa se intensificó—. Y lo mejor de todo, ¡no tendría que verte la cara!

—¡Me tienen harto los dos! —exploto del coraje cuando vio que no lo tomaba en serio.

—Y tu a nosotros —le asegure con buen humor—. No te sientas incomprendido.

Alessandro solto un suspiro y se levantó de la mesa. Sin decir una palabra salio de la cocina como si no existieramos.

No lo detuve. Mejor fui atrás de él.

Compartir el aire con Tomasso es como si te envenenaras ti mismo. Y te irritas de solo verlo, y no es su presencia es su apariencia, es como ver un oso viejo, muy viejo, muuuuy vieeeejo.

Sus ojos verdes olivo han perdido esa intimidación qué solía causar cuando no tenía tantos años encima, sus labios se han curvado hacia abajo, su piel es vieja como una pasa arrugada, no hay un solo cabello suyo qué no sea blanco.

Su cuerpo, sin embargo, sigue siendo imponente, bien formado para su edad. Alto y atlético, sin grasas innecesarias. Su barba frondosa, que llega casi hasta los pómulos, añade años a su rostro, pero también le confiere una autoridad incontestable.

Su ropa... son trajes.

Ahora que lo pienso nunca lo he visto sin ellos, ¿Tendrá algo más en su armario?

—¿Qué tanto me ves? —me pregunto después de un buen rato. Su voz resonó en mi cabeza trayendo mi mente de nuevo a esta dimensión.

—Estas viejo.

El Magnate -[Si No Puedes Vencer El Mal, Vuélvete El Mal]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora