XVI

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LA SERPIENTE

~Alessandro~

—¿Qué quieres hacer hoy? Podemos...

—Tengo que trabajar, Génesis —respondí, con un suspiro de cansancio —. Sabes que no tengo tiempo de hacer muchas cosas.

—Tú sólito te llenas de trabajo —me reclamó—. ¿Para qué haces tanto dinero si no lo vas a gastar? Hay que salir a disfrutarlo.

Ni siquiera yo lo sé.

Sus palabras me hicieron sentir abrumado por la monotonía de mi vida, la sensación de vacío que me consumía día tras día. No es solo el trabajo, es la falta de propósito, la ausencia de alegría en mi existencia. La depresión me esta robando la ilusión, la pasión y la energía para disfrutar de la vida y de todo lo que poseo ahora.

—No creo que salir a gastarlo me ponga de mejor humor, la verdad —admití, con un tono apático—. Pero igual, salir a distraerme puede ser bueno.

Génesis se iluminó con una sonrisa, su rostro se convirtió en el significado de emoción. Se acercó a mí, con su mirada llena de inocencia y esperanza.

Su cabello rubio se novio de lado a lado sobre su rostro haciendo que sus facciones resaltaran más. Su pequeña nariz arrugada por la emoción, sus ojos tan fijos en los míos, sus labios rosas extendidos en una sonrisa.

Quedo justo a mi lado donde estoy sentado.

—Por favor, Alessandro —rogó, juntando las manos detrás de su espalda—. Dime que sí.

Es tan abrumador su entusiasmo, su capacidad para encontrar alegría en las cosas que a mí  en lo personal me parecen simples.

Me dejé caer en el respaldo de mi asiento, resignado a aceptar su propuesta.

—¿A dónde quieres ir? —pregunté, con un tono de rendición.

Génesis se lanzó hacia mí, abrazándome con fuerza y quedando sentada en mis piernas. Coloqué una de mis manos sobre su cintura, sintiendo su calor y su cercanía.

—No importa —dijo, con una risa abrazada a mi cuello—. Donde sea, con tal de que estés conmigo. Podemos ir a comer por ahí. Tú y yo.

—Si solo quieres comer, puedes hacerlo en la cocina, Génesis —respondí, con indiferencia.

Génesis me reviró los ojos, sonriendo.

—Eres un mata romances —dijo, con una risa—. Salir a comer es relajante. Es un momento que puedes compartir con otra persona.

Me encogí de hombros, regresando a mis papeles.

—Puedo hacer exactamente lo mismo comiendo aquí —dije, con sequedad—. Aquí nadie me ve comer ni me interrumpe.

Génesis se sentó en una de las sillas, cruzando los brazos y haciendo berrinche.

—Entonces no vamos a ningún lado —dijo, con una pout.

—Pues no vamos y listo —dije, con amargura, sumergiéndome de nuevo en mi trabajo.

No voy a soportar berrinches de nadie. Apenas puedo con tanta gente que trabaja para mí, como para soportar berrinches.

Escuché cómo soltó aire fastidiada al no lograr convencerme de salir a quién sabe dónde. Cerré los ojos, tratando de no perder la cordura ante su insistencia.

—Ale —dijo mientras caminaba hacia mi asiento y se situó detrás de el. Me abrazó por la espalda, acariciando mi pecho con suavidad hasta dejar su rostro en mi hombro—. Estos últimos meses hemos hablado mucho y me has permitido acercarme.

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⏰ Última actualización: 5 hours ago ⏰

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El Magnate -[Si No Puedes Vencer El Mal, Vuélvete El Mal]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora