Parte 14

1 1 0
                                    

CAPÍTULO 13

-Gracias a dios que el cochero avisó de que habíamos llegado – la doncella protestaba en voz alta – de no ser así ese caballero la hubiera besado – Gretty silenció sus palabras al ver la expresión de Elizabeth . – Espero, mi bella señora, que no se enamore de un libertino. Ese hombre le rompería el corazón y ya sufrió suficiente cuando su esposo, el difunto Lord Gregory, la dejó sola.

Las manos de Gretty no paraban encendiendo las lámparas de gas, retocando las velas en los candelabros, echando troncos de leña en el dormitorio de su señora y atizando las leves llamas que empezaban a levantarse en la chimenea caldeando el ambiente.

-Ha sido tan bonito escucharla hablar de su esposo – Gretty echó otra ojeada. Elizabeth seguía con la mirada perdida moviendo sus ojos de objeto en objeto. – Yo lo sabía...sabía que no solo era usted hermosa, sabía que tras esos ojos de hielo late un enorme corazón – los ojos de Elizabeth se detuvieron en una débil llama que empezaba a flamear – usted amaba a su marido, como debe ser y si su marido la amó tanto para haber dejado tan grato recuerdo es porque usted es todo corazón. Lo sé – sirvió agua hirviendo sobre unas hojas de té y esperó a que el líquido se tornara oscuro sin dejar de mirar a Elizabeth – sé que es usted buena, he servido para muchas señoras y nadie me trató tan cariñosamente como usted.

-Silencio, por favor, Gretty – la doncella enmudeció de golpe ante el pedido de su señora. –Deme un té y siéntese conmigo junto al fuego.

La doncella sirvió el té en una hermosa taza de cristal de color jade pintada a mano con motivos que imitaban a las hojas del otoño. Elizabeth dio un sorbo a la taza y dejó que el líquido oscuro entrara en su torrente sanguíneo reconfortándola.

-Más azúcar, por favor.

La doncella acercó el azucarero solícita.

-¿Se encuentra bien, mi señora? – preguntó.

-Mucho mejor así – dijo Elizabeth mientras daba otro sorbo a su té y se embriagaba de su dulzor. – Con un té azucarado es más fácil recordar. – Elizabeth apartó la mirada del leño que había ardido por completo calentando la estancia y miró los ojos oscuros de su doncella. – Quiero que sepa que la he escuchado aunque pareciera que estaba en Babia. Muchas gracias por sus palabras, mi estimada amiga – dijo poniendo su mano sobre la mano oscura de su doncella. – Para mí también usted se ha convertido en alguien importante...alguien en quien puedo confiar. – La doncella sonrió mostrando su hilera de dientes blanquísimos. –Necesito que me diga quién es Liam Kavanangh.

-Oh, por favor, mi señora, no me gusta hablar mal de nadie. Sir Kavanangh es un buen hombre, amigo de todas las familias adineradas de Nueva York, pero tiene una pésima reputación como caballero, no le conviene enamorarse de él. – Elizabeth sonrió. – Se lo digo en serio, señora, son muchas las jóvenes que han querido cazarlo como esposo pero él siempre se ha escabullido.

-No tema, Gretty, no es eso lo que quiero saber...

-No la comprendo, lady Elizabeth.

-Su rostro, su mirada, su forma de hablar, la cadencia de su voz...hay algo en él que me resulta familiar y fascinante. ¿Ha vivido alguna vez en Inglaterra?

-Que yo sepa no, mi señora, pero puedo averiguar. Trabajé para la familia Vandervilt y la hija de Cornelius conoce a sir Kavanagh desde que era una niña. Puedo preguntarle pero sería más apropiado que usted la invitara a ella y a lady Hamilton a un té cualquier tarde. Puede preguntar usted misma. Sería más correcto que preguntarle a su doncella.

-Tiene razón – dijo Elizabeth levantándose de su sillón y acercándose a la ventana. – Mañana no puede ser porque la luna se hará llena.

-Señora – Gretty se acercó a ella y miró el astro plateado en el cielo tal como hacía Elizabeth - ¿Qué tiene que ver que haya luna llena?

-Sírvase un té, mi buena Gretty, debo contarle algo para lo que necesito toda su confianza.

-Por supuesto la tiene, lady Elizabeth.

-No solo su confianza – dijo la joven poniendo una mano sobre el hombro enorme de la doncella – necesito también su compromiso.

-Lo tiene, lady Elizabeth.

Gretty dejó que su señora la tomara de la mano y la hiciera sentar junto a ella en el sofá.

-Tengo que contarle una historia...es algo que debe saber de mí...si cuando termine de escucharla piensa que soy una joven viuda que enloqueció por la ausencia de su esposo, tiene mi permiso para coger sus cosas y marcharse donde quiera.

NUNCA TE OLVIDES DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora