Esa noche volví a tener la misma pesadilla.
Estaba de pie en medio de mi antiguo colegio, rodeada por mis antiguos compañeros. Las voces comenzaban a resonar, primero como murmullos y después como gritos. "Monstruo", "Bicho raro", "Extraño", "¿En serio crees que podrás cambiar? Siempre seguirás siendo así," "No te me acerques, raro," "No te acerques, o te pegará su rareza." Y lo peor de todo, supe lo que venía a continuación, lo sabía porque ya lo había soñado mil veces.
Mi amiga, la única persona en la que había confiado, apareció frente a mí. Su rostro borroso, como en un sueño, pero aún así reconocible. Se dio vuelta lentamente, mirándome con esa mezcla de lástima y disgusto que me partía el corazón. "Lo siento, (nombre borroso)... No podemos ser amigas. Eres una mala influencia para mí. No te me acerques." Me dolía escuchar su voz decir eso, y aunque traté de gritar su nombre, las palabras no salieron. Sentía que mi garganta se cerraba, atrapándome en el silencio.
El escenario comenzó a cambiar, distorsionarse. Mi mamá apareció a lo lejos, su cara endurecida. La decepción y el rechazo se manifestaba en su mirada, haciéndome sentir pequeña, insignificante. Intenté correr hacia ella, pero mis piernas no se movían lo suficientemente rápido. Quería gritar, pedirle perdón, rogarles que me aceptaran tal y como soy, pero no podía. Entonces, vi a mi madre. Estaba ahí, a solo unos metros, mirándome en silencio.
"¡Mamá!" grité, pero ella se dio vuelta y comenzó a alejarse. Traté de alcanzarla, estiré mi mano hacia ella, pero cuanto más corría, más lejos se iba. "¡Mamá, por favor!" Las lágrimas brotaban de mis ojos, mi corazón latía con fuerza. Las voces volvieron a inundar mi cabeza, los insultos, las burlas. Todo se oscureció, hasta que el peso de todo me llevó a gritar con todas mis fuerzas.
"¡DEJENME EN PAZ!"
Me desperté de golpe, respirando agitadamente, y caí de la cama con un ruido fuerte.
"¡Ay!" exclamé mientras me frotaba la cabeza. Estaba en el suelo, enredada en las sábanas, sintiéndome completamente desorientada. Apenas pude reaccionar cuando escuché la voz de mi papá a través de la puerta.
"¡Mi-Suk! ¡Es tarde, levántate o llegarás tarde!"
Miré el reloj y mis ojos se abrieron como platos. ¡Ya era hora de irme! Me apresuré a levantarme del suelo, todavía un poco aturdida por el sueño. Qué forma de empezar el día..., pensé, mientras corría para tomar mis pastillas algo que tengo que hacerlo. Luego, me puse mi uniforme, asegurándome de que la nueva falda que mi papá me compró estuviera perfectamente colocada. Me peiné rápidamente, dejando mi flequillo caer justo como me gustaba, y me maquillé un poco, lo justo para disimular mis inseguridades. Sabía que no podía exagerar; todo tenía que parecer natural.
"¡Apresúrate o llegaremos tarde!" gritó mi papá desde la puerta.
"¡Ya voy!" respondí mientras corría fuera de mi habitación, tomando mi mochila y mi comida que mi papá me había preparado. Nos subimos al auto, y mientras él manejaba, me lanzó una mirada de reojo.
"¿Te quedaste profundamente dormida o qué? No despertabas ni con un terremoto," bromeó con una sonrisa.
"No fue nada importante... solo pesadillas," respondí, intentando restarle importancia. "Pero no pasa nada, ya estoy bien."
Él asintió, aceptando mi respuesta sin hacer más preguntas, como solía hacerlo cuando notaba que no quería hablar de algo. "Bueno, yo también me quedé dormido, así que supongo que fue un error de los dos", al decir eso los dos nos reímos por nuestro error.
Cuando llegamos a la escuela, me despedí de mi papá con una sonrisa y él me devolvió el gesto antes de irse. Sabía que siempre me apoyaría, y eso me daba la fuerza para enfrentar el día, el es mi apoyo. Corrí hacia la entrada del colegio, esperando no llegar tarde.
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Lim Mi-Suk esconde un secreto
RomanceEn una nueva escuela, Lim Mi-Suk, una chica de quince años que guarda un secreto profundo, lucha por encontrar su lugar en un mundo que a menudo se siente hostil. Mientras intenta lidiar con su identidad y el miedo al rechazo, un encuentro inesperad...