Me había quedado pensando en las últimas palabras de Ji-ho durante varios días. Era extraño cómo, a pesar de que no hablábamos tanto antes, ahora parecía más fácil abrirme a él. No sé si era por cómo me escuchaba o por cómo parecía entender lo que no podía decirle por completo. Lo que sí sé es que, después de esa conversación en las escaleras, algo en mí cambió.
Esa tarde, cuando me recogió la liga del pelo y me hizo una coleta, sentí como si algo tan insignificante de mi cuerpo dejara de ser un monstruo por un momento. Es raro. Siempre había odiado cómo me veía con el cabello recogido. Lo odiaba porque me recordaba a... a eso que no quiero ser. Pero cuando Ji-ho me dijo que mis hombros y mi cuello estaban bien, de alguna manera, lo creí. No era solo lo que dijo, sino cómo lo dijo. Su voz era tranquila, sin juzgar. Como si estuviera simplemente afirmando un hecho, algo que yo nunca había podido aceptar. ¿Cómo alguien puede hacer que algo tan simple parezca tan real? Quizás era porque, de alguna forma, él también entendía lo que es sentirse diferente.
"Hmm... voy a intentar de nuevo," pensé con una sonrisa tímida. Me recogí el cabello otra vez, haciéndome la coleta que tanto temía. Me miré al espejo, enfocándome en mis hombros, mi cuello... Al principio, la inseguridad regresó de golpe, recordándome esas partes de mí que siempre quise ocultar. Pero había algo distinto esta vez, algo que Ji-ho me había dejado: una chispa de aceptación, aunque pequeña.
Salí de mi habitación y fui a buscar a papá. Tenía ganas de mostrarle mi "nuevo" look.
—Mira, papá. ¿Cómo me veo con esta coleta? —le pregunté, un poco dudosa pero tratando de sonar alegre.
Papá levantó la vista de su trabajo y sonrió.
—A ver, date una vuelta.
Lo hice, aunque no pude evitar girar como un pingüino, torpe y rápida. Papá soltó una ligera risa.
—Te ves bien, hija. Me sorprende que te hayas recogido el pelo. Siempre lo tienes suelto o con esos peinados que cubren tus hombros y cuello.
Sentí una alegría burbujeante en mi pecho. Era raro sentirme bien con algo que normalmente me hacía sentir mal, pero esta vez era diferente.
—¿Y esa alegría? —preguntó papá, sonriendo mientras volvía a concentrarse en su trabajo.
—Estaba hablando con Ji-ho sobre algunas cosas... y bueno, él me dio seguridad. —Le respondí, sin poder evitar sonrojarme.
Papá levantó una ceja y, con un tono juguetón, me preguntó:
—¿No estarás enamorada?
—¡No, papá, claro que no! —respondí rápido, sintiendo el calor en mis mejillas—. Bueno... no sé. —Me senté a su lado, sintiendo que mi corazón latía más fuerte al pensar en ello.
Papá me miró con curiosidad.
—¿Cómo que no sabes?
Suspiré, jugando con el borde de mi camisa, haciéndola un puño.
—Es que últimamente me he sentido diferente... Cuando estoy cerca de Ji-ho, mi corazón late más rápido. Y esos momentos que pasamos juntos, me sonrojo... no puedo dejar de pensar en él. —Lo miré con dudas—. ¿Te lo digo y no te enojas?
Papá asintió con una sonrisa tranquila, dándome la confianza que necesitaba para continuar.
—Mi amiga... Eun-ji... también he sentido algo cuando estoy cerca de ella. Y cuando pienso en ellos dos... —Me llevé las manos a la cara—. ¡No sé quién soy yo! —grité, sintiéndome abrumada por todo lo que estaba pasando en mi cabeza.
Papá permaneció en silencio, solo escuchando, dándome espacio. Continué, sin levantar la vista.
—Me da miedo que ellos sepan que soy una chica trans. Estoy en ese momento en el que quiero estar segura de quién soy, pero cuando estoy con ellos, no sé si lo que siento es admiración o amor. Y me daría vergüenza que se alejaran si supieran quién soy realmente. —Agarré con más fuerza mi camisa, sintiendo esa presión familiar en mi pecho.
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Lim Mi-Suk esconde un secreto
RomanceEn una nueva escuela, Lim Mi-Suk, una chica de quince años que guarda un secreto profundo, lucha por encontrar su lugar en un mundo que a menudo se siente hostil. Mientras intenta lidiar con su identidad y el miedo al rechazo, un encuentro inesperad...