Día 2: Atardecer (Visemon)

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-¿Recuerdas aquella vez que le gritaste a padre que jamás te casarías?

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-¿Recuerdas aquella vez que le gritaste a padre que jamás te casarías?

-Sí. Les grité a ambos que jamás aceptaría a un alfa gordo y estúpido cuando habían tantas aventuras esperándome fuera de los muros de la fortaleza.

-Y padre dijo que no había mejor aventura que la de unir tu vida y ser uno solo con tu alfa.

-Hasta madre vio venir que me iría de la fortaleza y no volvería a menos que me obligaran cuando me dijo eso.

-Y ese día, en tu enojo, reclamaste a Caraxes y no volvieron hasta casi dos lunas después. Madre estaba tan orgullosa de ti por haberte enlazado con tu dragón que le prohibió a padre mencionar la noticia de tu compromiso hasta que ella lo considerará conveniente.

-Y definitivamente ella se equivocó al esperar a ese torneo para decirme que el ganador sería mi esposo.

-Yo creo que te veías hermoso con el vestido que madre logró que usaras ese día. Cuando cierro mis ojos aún puedo visualizar lo precioso que te veías.

-Si no hubiera sido por ese estúpido vestido hubiera logrado luchar y ganarle a todos esos tontos alfas.

-¿No te alegra al menos que yo haya sido el ganador? ¿O ya olvidaste tu risa maquiavélica al verme lleno de sangre y colocando esa corona sobre tus cabellos?

-En ese momento fue muy divertido ver a todos los asistentes en shock al verte vencedor. Jamás imaginé que en lugar de salvarme, lo que buscabas era mi mano también.

-Creo recordar muy bien tu reacción esa noche en el banquete. ¿Ves esto? Es la cicatriz que me dejaste con esa copa que me lanzaste.

-Eso fue culpa tuya por no saber esquivarla a tiempo.

-Y mi recompensa por mi valentía esa noche fue tenerte, amor mío. Aunque me la pusiste difícil.

-Yo creo que estás recordando todo mal. Ya estás viejo.

-¿En serio? ¿Ya olvidaste que por tu culpa tu dragón casi me come?

-Caraxes solo estaba jugando y tú lo molestaste.

-¿Y lo del lodo dentro de mis botas?

-Culpa de los sirvientes.

-¿Y mis libros destrozados?

-Las mascotas de madre.

-¿Y la comida que casi me manda al otro mundo?

-Malos cocineros.

-¿Mi armadura enterrada en el patio de entrenamiento?

-Fantasmas.

-Ja, ja, ja... siempre tienes una respuesta para todo, amor mío. Pero pasaría por todo eso una y otra vez solo por volver a oír tu risa cada vez que hacías una de tus travesuras.

-¡Hey! No era tan terrible.

-Acordemos no estar de acuerdo, esposo. Pero no importa. Al final, soportar todo eso me sirvió para que te dieras cuenta de mi amor y de lo que estaba dispuesto a soportar por ti.

-Fue toda una sorpresa para mí. Pero para cuando me di cuenta ya correspondía tus sentimientos. Solo lamento haber luchado tanto contra ellos. Tal vez así no hubiera hecho aquella tontería y padre no...

-Padre estuvo molesto al principio, pero luego estuvo muy orgulloso de tus logros en batalla. Y madre lo estuvo incluso más.

-No te creo. De otro modo, padre no hubiera intentado romper nuestro compromiso.

-Solo era su miedo de padre lo que lo hizo reaccionar de aquella forma. Después de todo, no todos los alfas pueden decir que tienen un hijo omega que ha ido a la guerra, mucho menos ganarla. De todas formas, jamás sabremos si hubiera continuado con su plan, ya que a los pocos días te llevé conmigo a Rocadragón.

-¿Quién dice que me robaste y no que yo te permití llevarme?

-Es verdad. Conociéndote, no dudo que la huída y nuestra boda secreta hubieran sido todo un plan elaborado de tu parte. Después de todo, nuestros abuelos hicieron lo mismo.

-Y madre nos respaldó.

-Y madre nos respaldó. Y luego nos acoso y nos persiguió hasta que anunciamos que Rhaenyra venía en camino.

-Estoy seguro que madre ordenó al maestre poner pócimas de fertilidad en mi comida. Pero eso logró que padre se distrajera y olvidara su enojo, así que ni quejarme.

-Si, nuestra Nyra fue su consentida desde la primera vez que la tuvo en brazos. Desde ese momento no hubo nada que ni tú ni ella hicieran mal a sus ojos.

-Creo que hasta madre se sintió celosa de la atención que le daba padre a nuestra bebé. O tal vez fuera porque la acaparaba y no le dejaba disfrutar de su nieta.

-Un poco de ambos, tal vez.

-Me hubiera gustado que conocieran a nuestros otros hijos. Estoy seguro que los habrían amado inmensamente.

-Madre hubiera estado en el sétimo cielo rodeada de tantos nietos. Pero donde sea que se encuentren, sé que nos ven y están felices con la vida que hemos creado juntos y con el reino que hemos sabido guiar.

La Reina Daemon permaneció en silencio meditando las palabras de su hermano-esposo mientras observaba el sol ocultándose lentamente.

Sus padres habían muerto demasiado pronto, apenas pudiendo disfrutar de su primera nieta por unos cuantos años. Aquello forzó a su abuelo, el Rey Jahaerys, a llevar a cabo su bendito Consejo en donde su esposo fue escogido como su sucesor por encima de su prima Rhaenys.

Ninguno de los dos había deseado estar en aquella posición, pero no les quedó de otra que aceptar cuando la misma Rhaenys se mostró aliviada de no tener que llevar la corona de Poniente.

Daemon, que conocía el carácter pacífico de su alfa, no estaba seguro de que fuera capaz de llenar el lugar del Viejo Rey, pero Viserys lo había sorprendido, rodeándose de personas verdaderamente talentosas e interesadas en el bienestar del reino y alejando a aquellos que buscaban su propio beneficio o, en el caso de Otto Hightower, que buscaban meterle a su hija por los ojos y lograr que la tomara como esposa.

Pero Viserys había respondido como un verdadero alfa, deshaciéndose de los Hightower y demostrando que su reina era el único omega de su vida. Así fue como llegaron sus otros cachorros: Aegon, Helaena, Aemond y Daeron, todos ellos frutos de la pasión y el amor que compartían los hermanos. Y ahora todos ellos eran adultos o casi adultos, listos para hacer sus iniciar sus propias familias. Rhaenyra, por supuesto, al ser la mayor, ya estaba felizmente casada y viviendo en Harrenhal con su alfa y sus hijos. Unos niños que aunque no habían heredado ninguno de sus rasgos valyrios, eran la adoración de sus abuelos Targaryen.

-¿Cambiarías algo de nuestra vida? -preguntó de pronto el omega, dejando de observar el atardecer y volteando hacia su alfa.

-Solo el no haberte declarado mi amor antes -confesó el rey, tomando a su consorte de la cintura y pegando sus cuerpos-. Podríamos haber estado juntos mucho antes. Fuera de eso, repetiría nuestra vida una y otra vez, agradeciendo a las Catorce Llamas por habernos destinado el uno al otro.

-Bien dicho, esposo mío -dijo Daemon, acercando su rostro al de su adorado alfa y deleitándose con su boca, abrazándose a su cuello para mantenerlo a su lado.

Una vez separaron sus labios, la pareja se sonrió y continuó disfrutando de su mutua compañía mientras observaban el sol terminar de esconderse en el horizonte, robando unos momentos de paz y felicidad en los que solo eran un alfa y su omega y las preocupaciones del reino podían quedar momentáneamente de lado.

Imagen:
https://www.deviantart.com/laietano/art/King-s-Landing-983225701

Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora