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Harwin Strong llevaba más de un mes intentando de todo para conseguir una cita con Daemon Targaryen.
Desde aquella reunión de trabajo en que se habían conocido, el moreno no había podido dejar de pensar en el omega. Y es que Daemon no era como otros de su casta, era sarcástico, rápido para la ira y temerario para irse a golpes con quien lo insultara a él o a su familia. Y a todo eso se sumaba su increíble belleza, con sus cabellos rubios y largos y esos ojos violeta que atormentaron sus sueños desde esa primera noche.
Y ya que Harwin era un hombre siempre dispuesto a ir tras lo que deseaba, no tardó en buscar a Daemon y hacerle saber el interés que sentía por él, por entablar una amistad y con suerte algo más en el futuro.
Al escucharlo, el rubio le sonrió al alfa, caminando hacia él y acunando su rostro entre sus manos, con Harwin confiado en que el omega lo besaría y aceptaría su cortejo. Sin embargo, apenas unos segundos después el moreno caía al suelo sujetando su entrepierna adolorida, luchando por no llorar ni vomitar por el intenso dolor.
—Inténtalo de nuevo, fuertecito, y ya verás lo que te volverá a suceder —fue lo único que le dijo Daemon antes de irse, dejándolo retorciéndose en el suelo.
Pero si bien Harwin se mantuvo alejado por unos días, muy pronto volvió la carga, aunque esta vez asegurándose de dejar sus partes más nobles fuera del alcance del fiero omega.
En su segundo intento le envío un hermoso ramo de flores, el cual terminó siendo arrojado a su cabeza justo antes de una reunión importante con sus socios, quienes solo se burlaron un poco de él antes de darle consejos para conquistar a Daemon.
Luego lo intentó con joyas, con libros de historia valyria que había averiguado era su tema favorito e incluso con dulces, la debilidad de los omegas. Pero cada uno de los regalos le fueron devueltos con un Daemon que aunque ya no lo agredió físicamente, sí le advirtió que lo dejara tranquilo.
Harwin no lo escuchó, desde luego, seguro de que aunque el rubio se negaba a considerarlo como pretendiente, había algo en su mirada que le decía que no se rindiera.
Y sucedió que una mañana salía de comprar un café mientras cavilaba si sería buena idea regalarle a Daemon algún arma antigua o si, por el contrario, un obsequio de esa naturaleza haría que lo atacara finalmente, cuando de pronto chocó con alguien, derramando su bebida sobre su traje. Estaba a punto de llamarle la atención a la otra persona cuando levantó la mirada y se dio cuenta que se trataba de Daemon, quien se veía tan sorprendido como él de verlo.
Sin embargo, el rubio pareció recuperarse pronto, tomando su brazo y besando rápidamente su mejilla. Harwin solo pudo mirarlo confundido.
—Como puedes ver, Jason, no puedo aceptar tu tan amable invitación siendo que ya tengo un alfa.
—¿Daemon? —¿De qué estaba hablando el rubio? ¿Y quién era ese tal Jason?
—Oh, dónde están mis modales. Permítanme presentarlos. Jason Lannister, este es mi alfa, Harwin Strong, CEO de Harrenhall y Asociados. Harwin, amor, te presento a Jason Lannister, dueño conjunto de Lannisport Inc.
