Día 12: Recetas quemadas (Lucemond)

13 3 0
                                    

Como nieto consentido de Lord Corlys y Lady Rhaenys Velaryon, Lucerys había crecido entre algodones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Como nieto consentido de Lord Corlys y Lady Rhaenys Velaryon, Lucerys había crecido entre algodones. No había ningún deseo suyo que quedara sin cumplir ni ninguna nube oscura que opacara su apacible vida.

Pero contrario a lo que se podría pensar, el moreno no era un jovencito egoísta ni malcriado. Por el contrario, era solidario, amable, tierno y lindo como el más precioso de los ángeles.

Por su condición de nieto favorito, el jovencito jamás se había visto en la necesidad de realizar labores manuales, como limpiar su habitación o lavar los platos después de las comidas, entre otros. Para sus abuelos aquello hubiera sido impensable.

E irónicamente, eran aquellas actividades las que llamaban mucho la atención de Lucerys y puesto que no podía escabullirse a las cocinas antes de las comidas, permanecer en su habitación mientras las mucamas hacían el aseo o pasear con libertad por los jardines cuando los estaban arreglando, solo le quedaba pasarse horas de horas viendo videos en su teléfono. Y aunque a otros de su edad les parecería de lo más aburrido ver cosas sobre aquellos temas, para él era fascinante y al final siempre quedaba más deseoso de algún poder hacer algo parecido.

Así fue como, sin proponérselo, encontró una cuenta de MasterChef Westeros y se quedó prendado con cada platillo de la competencia y sobre todo de uno de los participantes más temperamentales, pero a la vez más ingeniosos: Aemond Targaryen.

Disfrutaba inmensamente al verlo experimentar con los sabores y texturas de cada plato que preparaba, alegrándose cada vez que era felicitado por los jueces y clamando por venganza cuando estos y otros competidores parecían querer sabotearlo. Y cuando ganó la competencia y su fama, bien merecida por cierto, se disparó, Lucerys se alegró con él.

Lo que jamás imaginó ni en sus sueños más locos fue tener la oportunidad de, sin saberlo, visitar su famoso restaurante. Eso había ocurrido justo en la celebración de sus dieciocho años y como una cortesía a sus abuelos, el rubio chef en persona les había servido los mejores platillos de la carta e incluso lo había felicitado por su día. Aquel sin duda había sido su mejor cumpleaños hasta la fecha.

Luego de eso, entre clases y tareas, se daba tiempo para seguir el canal del chef, mirando tan embelesado como antes sus creaciones, comentando cada una de ellas sin falta, aunque no muy esperanzado de que el otro le respondiera.

Sin embargo, como si de un milagro se tratara, Aemond respondió a la mayoría de sus comentarios y pronto lo que empezó en el canal del cocinero pasó a conversaciones por redes sociales, luego a mensajes graciosos compartidos y finalmente a llamadas o videollamadas.

Para cuando llegaron a esa última etapa, ya habían pasado unos años y Lucerys ya había cumplido veintiuno. El rubio, recordando claramente la fecha, lo invitó a cenar. Una invitación que el moreno aceptó encantado.

Lo que siguió fue una serie de salidas en las que Aemond y Lucerys parecían olvidar al resto del mundo, tan enfocados como estaban el uno en el otro. Y aunque por el momento no se habían conocido de una manera más íntima, si habían experimentado lo suficiente con sus cuerpos para saber que eran más que compatibles.

Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora